Buenas Prácticas: Redimensionar el trabajo




7 . Redimensionar el trabajo: Quitar al trabajo del centro de nuestra existencia y dar lugar a otras actividades

“—¿Cuándo te vas a retirar?” “—¡Nunca!”.

Los hombres tenemos una tendencia a poner nuestro foco en el trabajo y en hacer de él el centro de la vida. También muchas mujeres lo hacen.

Además, si nos va bien y nos gusta lo que hace­mos, el trabajo puede llegar a ser parte de nuestra propia identidad y nos resulta impensable dejarlo. Sin embargo el trabajo puede ser una gran limitante para el crecimiento emocional, cultural, social y espiritual.

Es que así como nos da muchas cosas al mismo tiempo nos limita y circunscribe a una cierta acti­vidad en un cierto ámbito, con un cierto número de personas, ocupando la mayoría de nuestro tiempo útil e impidiendo nuestro desarrollo en otras áreas y en otros ámbitos.

Además, llega un momento que el trabajo se termina (por la jubilación) o que es necesario de­jarlo para dar paso a alguien que lo pueda hacer mejor por tener más energía o innovación.

Lo ideal es que el trabajo, sin dejar de tener su importancia, pase gradualmente a ocupar un lugar no central en la vida, como una actividad más entre otras, de modo que nos permita emprender otras actividades e incursionar en otros intereses hasta que llegue el momento del retiro.

Pero ¡cuidado!, debemos en algún momento retirarnos del “trabajo” pero nunca retirarnos de las “actividades” mientras podamos.

Siendo así, ¿qué otras cosas se pueden hacer que no sea trabajar?
Bueno, la lista es inmensa pero requiere “abrir un poco la cabeza”.(*11)

En primer lugar, en caso de mayores de 60 que sean profesionales universitarios o empresarios, se pueden hacer cosas vinculadas a los saberes o experiencias adquiridos, pero no como un “trabajo” sino en forma casi lúdica, como descanso o como ocio (véase punto 8).

Por ejemplo, la consultoría y el asesoramiento practicado como aporte y en respuesta a pedidos especiales.

Otras cosas posibles son: dar clases, emprender actividades académicas, formar parte de institutos y grupos de estudio o hacer investigación histórica, científica o filosófica.(*12)
Escribir libros o ensayos sobre los temas que hemos desarrollado en la vida o con elementos autobiográficos.

También el estudio de otras carreras, vincu­ladas o no a la propia, el estudio de idiomas o de oficios como la carpintería, fotografía, etcétera.

El periodismo y la redacción de artículos de di­vulgación en temas de los que se tiene experiencia. Podes incorporarte a grupos y encarar activida­des religiosas, sociales, empresariales, comunita­rias o de beneficencia: ONG, cámaras, clubes, Ro­tary y similares, ecologistas, iglesias, etc. (punto 5). También actividades políticas en sentido am­plio, a nivel local, regional o profesional.

Además, y en general, pueden emprenderse en forma regular:
Actividades culturales y espectáculos: charlas, grupos de estudio, conferencias, cine­clubs, deba­tes, óperas, recitales, teatro, cines, café “concert”, etc. (punto 8)

La actividad deportiva no competitiva sino como ejercicio de entretenimiento y superación: tenis, fútbol, natación, artes marciales (punto 10), etcétera.

El arte,(*13) en todas sus expresiones, la música, pintura, escultura, teatro, danza, literatura (ficción, poesía, ensayo). Los talleres de todo tipo son ámbitos aptos para desarrollar y perfeccionar nuestro talento (punto 8).
Actividades espirituales como la meditación, yoga, retiros espirituales, cabalá, etc. (punto 8).

El turismo y los viajes: visita a lugares exóti­cos, tours especiales, caminos famosos, etc. Hacer viajes dentro del país en una casa rodante o “motor home”.

Las actividades en la naturaleza: trekking, esquí, montañismo, pesca, caza, náutica, navega­ción, etcétera.

Cursos de cocina, restaurantes, clubes de vino, etcétera.
El naturalismo: avistajes de aves, de insectos, etcétera.
La botánica y la huerta: paisajismo, cultivos, injertos, etcétera.
Quiero aquí hacer un párrafo especial con relación al golf.

Es que para mayores de 60 de ambos sexos, el aprender a jugar al golf, o el seguir jugando, tiene una enorme importancia si se toma en forma recreativa y no competitiva.

El golf reúne varias posibilidades muy positivas: una actividad espiritual de contemplación de la na­turaleza, “volver a ser niños jugando en el jardín del Edén” (Chopra), una actividad física de caminatas al aire libre, y una actividad social de compartir tiempo con compañeros y amigos o de conocer gente nueva en los links.

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(*11)Seguimos los lineamientos de Glikin, Leonardo en su libro Exiting. El arte de dejar la empresa sin dejar la vida, Aretea, Buenos Aires, 2014, p. 232.
(*12) Según Carlos Rovelli las dos actividades esencialmente humanas son “inventar relatos” (filosofía) y “seguir huellas para encontrar algo” (ciencia).
(*13)“Las vanguardias son invisibles para su tiempo. El presente no advierte lo que es nuevo y se entretiene con lo que nada más es actual”.

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