¿Quo Vadis Cuba?




¿A dónde vas Cuba?

Ya estamos en el avión de regreso a Bs.As. Ahora recordamos todo lo que nos habían dicho sobre Cuba antes de venir: Que era un viaje al pasado. Un recuerdo viviente de la guerra fría. El último sistema comunista para poder visitar, considerando lo inaccesible de Corea del Norte y lo lejano de China. Que el socialismo fue un fracaso y todos se quieren escapar. Que todo cubano tiene media familia en Miami, a poco más de 160 kms. Que la gente es educada y alegre, pero que te dan pena porque piden regalos o propinas y, a veces, tienen miedo de hablar. Que se la rebuscan con trabajos extras o pequeñas corrupciones cotidianas nacidas de la necesidad. Que es totalmente segura para andar. Que hay que ir antes que cambie todo y se vuelva una isla caribeña como las demás. Que tiene las mejores playas del Caribe y los mejores cigarros “puros”. Que es la capital de la música tropical y del ron. Que hay una doble moneda, para turistas y para cubanos.




En nuestra experiencia pudimos comprobar que la mayoría de estos conceptos son verdaderos, aunque hay excepciones. Por sobre ello, lo cierto es que hay una sensación de “desvanecimiento de un sueño”. Una utopía de independencia y justicia social que no pudo concretarse.



Aquél “hombre nuevo” del que hablaba el Che Guevara, hoy solo se mantiene en los modelos de virtudes que se enseña a los niños en el primario, pero no pudo lograrse en la práctica. No es fácil reemplazar las motivaciones individuales por motivaciones colectivas. Por su lado, el socialismo fracasa en la producción y en las libertades, y el capitalismo fracasa en la distribución y en la igualdad.


La historia de Cuba ha sido una larga lucha para lograr la libertad. Primero fue la lucha de los originarios, llamados por error “indios”, que habían llegado 3.000 años antes, luego de una larga marcha desde Manchuria (China) hasta la América Central. La llegada de Colón, la crueldad de los conquistadores españoles y las enfermedades europeas los diezmaron y esclavizaron. Luego perdieron su libertad los millones de esclavos traídos por la fuerza de África. Posteriormente los criollos, descendientes de españoles, de indios y de esclavos, pelearon por su libertad contra España desde 1868. Ganaron y perdieron muchas batallas. Al final, consiguieron independizarse del dominio español en 1898 pero para pasar al control, ora legal ora fáctico, de los norteamericanos.



Con la revolución de Fidel Castro de 1959, parecía que lograban su libertad. Sin embargo enseguida se instaló un sistema socialista y la cercanía norteamericana y la guerra fría, los hicieron pasar rápidamente a depender de la Unión Soviética.



Se hicieron importantes avances en educación y salud públicas, pero nunca pudieron atenderse debidamente las necesidades. Cuando hace implosión la URSS, en 1991, empieza para los cubanos un período de transición especial, con grave caída del comercio y la producción lo que agudiza las necesidades.



Desde el día de la revolución y durante todo ese tiempo tienen lugar grandes migraciones hacia Florida y otros lugares en busca de la libertad, a veces en balsas precarias, a veces en vuelos autorizados por el gobierno. Se dice que hay un millón de refugiados políticos. En los últimos tiempos la relación con Venezuela los ha ayudado en lo económico pero también tiene sus condicionamientos. Hoy, los once millones de cubanos, están frente a un proceso de apertura interna (cuenta propismo, “paladares”, monedas, giros) y externa (viajes al exterior, internet, inversiones extranjeras en turismo y minas). A ello ha ayudado el retiro y luego la muerte de Fidel Castro. También las gestiones de la Iglesia Católica y las visitas de los Papas Juan Pablo II y Francisco. Desde EEUU, el gobierno de Obama ha contribuído a la apertura y el de Trump está ahora frenando el proceso.
En el fondo, Cuba nos muestra la lucha del hombre por la libertad y la justicia, valores que son muy difíciles de poder lograr dentro de un mismo sistema político-económico.



Confiemos en que el futuro de Cuba pueda transitar desde un modelo socialista hacia un modelo de mayor libertad individual, económica y política, pero sin caer en el capitalismo deshumanizado, materialista y excluyente. Vale decir, que pueda encontrar un punto intermedio entre los dos mundos que resulte equitativo para sus habitantes. Las nuevas generaciones de cubanos, que no están atados al pasado, son nuestra gran esperanza y quienes están en condiciones de lograrlo.
Lo merecen después de tanto sufrimiento y tanta búsqueda.









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