Aviso clasificado "Se necesita adulto mayor para un empleo"
Este
aviso, publicado en la película chilena “El agente topo”, buscaba a algún
jubilado de 80 a 90 años para trabajar por tres meses como agente encubierto en
un geriátrico
En
otra película, “Pasante de moda” (“The intern”), un viudo de 70 años (Robert De
Niro) entra a un programa para adultos mayores de una empresa y, luego de ser considerado
inútil, termina siendo apreciado por todos por su fidelidad a la empresa, sus
valores y por sus habilidades “blandas”: consejos, empatía y colaboración para
superar los problemas.
Lamentablemente,
nuestra realidad es muy distinta.
La
discriminación por edad en los empleos es hoy un hecho que mantiene plena
vigencia a pesar del aumento de la longevidad, que nos ha dado treinta años más
de vida y ha determinado que, laboralmente, los 60 años de hoy sean los
cuarenta de ayer, y que los 70 sean los 50 de antes.
Se
desatiende el hecho de que las personas mayores gozan hoy de buenos niveles de
salud y que, muchas de ellas, tienen deseos de trabajar o de seguir trabajando como
un modo de mejorar sus ingresos y/o en atención a la importancia social del
trabajo que brinda un objetivo diario, integración grupal, identidad personal y
sensación de ser útil.
Sin
embargo, la discriminación por edad en los empleos ya empieza a los cincuenta
años. De hecho, en la Argentina sólo 2 de cada 10 ofertas de empleo incluyen a
personas de más de 45 años, cuando se estima que hay unas 800.000 en esa franja
etaria que están buscando reinsertarse en el mercado laboral.
El
caso de las mujeres mayores de 50 es más problemático. Son más de 6 millones en
la Argentina, dentro de 20 años serán 9 millones, y se las sigue discriminando
en base al imaginario de que son “señoras grandes” cuando la realidad es que la
mayoría vive su edad en plenitud y mantiene intacta su capacidad.
Para
los mayores que ya están empleados, la discriminación se manifiesta en
priorizar sus despidos, asignarles tareas de menor responsabilidad, en
comentarios de mal gusto, en excluirlos de las capacitaciones y en una baja
valoración de su desempeño.
Por
su lado, a los mayores que buscan empleo, se los excluye bajo pretexto de su
falta de actualización, su aversión a la digitalización, su falta de
flexibilización, su carencia de empatía con las nuevas generaciones y su escasa
energía, lo que se traduce en la inexistencia de ofertas para ellos o en su
descarte por edad en el momento de evaluar candidatos.
Sin
embargo, ninguna de estas características se relaciona con la edad sino que son
competencias y actitudes que varían de persona a persona y que deben ser
juzgadas en cada caso con independencia de la fecha de nacimiento.
Por
el contrario, está comprobado por diversos estudios que los empleados mayores son
más conscientes, faltan menos, tienen mejores habilidades sociales y tienden a
permanecer en la misma empresa.
Todas
estas formas de discriminación están prohibidas por el art. 18 de la Convención
Interamericana de Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores,
que rige plenamente en nuestro país desde el año 2017 (ley 27.360) la que,
además, obliga a los Estados a disponer medidas para promover el empleo formal
de la persona mayor.
En
tal sentido Colombia concede beneficios tributarios a las empresas que
contratan personas mayores si representan el 2,5% de la planta de personal, y
Chile brinda cupos a las empresas, que consisten en una bonificación de un
porcentaje de los sueldos de las personas mayores y fondos para capacitaciones
en la iniciativa “Experiencia Mayor”.
En
nuestro país estamos muy lejos de brindar soluciones.
Los
sistemas previsionales, en general, ni siquiera permiten a los jubilados volver
a trabajar. En el caso de los jubilados por el ANSES, ahora, pueden volver a
trabajar sin que se les suspenda la jubilación, pero sin incentivos ni para
ellos, que deben volver a realizar aportes sin que se les mejoren los haberes,
ni para los empleadores, que igual deben realizar contribuciones.
Más
allá de ello, la posibilidad de incentivar el trabajo de los mayores en las
empresas ni siquiera figura en las agendas.
Es
hora de que, en lo social, se diseñen políticas públicas y privadas que eliminen
la discriminación por edad en los empleos y favorezcan el trabajo de las
personas mayores que lo desean mediante cupos, incentivos, capacitaciones,
pasantías y flexibilizaciones laborales.
Pero,
además, es necesario que cada uno de nosotros venza sus propios prejuicios
contra las personas mayores que quieren trabajar, reconociendo sus capacidades
y derechos y brindándoles las debidas oportunidades, especialmente a las
mujeres que son las más castigadas por la discriminación.
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