¿A qué edad nos convertimos en viejos?


 

Una respuesta que depende de cada uno

-Hace unos meses cumplí 60 años y mis compañeros de trabajo ya me empiezan a cargar y a llamarme ‘el Nono’- me cuenta Marcelo, disgustado.

Lo comprendo. En nuestra sociedad, después de que cumpliste 60 años, te pueden empezar a considerar un viejo y llamarte “geronte”, “sexagenario”, “abuelo” y/o “jubilado”, aunque no lo seas, y aplicarte las discriminaciones propias del “viejismo”.

-Acabo de cumplir 70 años y en la Facultad me informaron que el año que viene no puedo seguir dando clases, a pesar de que me encanta y cada vez me sale mejor- se lamenta Liliana.

Sé de qué se trata. En nuestro país, la ley te considera un viejo si cumpliste 70 años sin importar cómo estás realmente. Lo único que importa es tu “edad cronológica”.

Es que más allá de que las jubilaciones pueden tener lugar antes (60 años para mujeres y 65 años para hombres), los 70 son la edad para que tu patrón te obligue a jubilarte, para el cese de los profesores universitarios, para el fín de la obligación de votar, para -Dios no lo permita- pedir el beneficio de la prisión domiciliaria y, fundamentalmente, para acceder a una pensión no contributiva por vejez, si es que no tenés medios económicos.

-La verdad es que no siento el peso de mi edad-, me cuenta contento Alfredo. Acabamos de terminar de jugar al golf y está por de irse a una reunión de la ONG que preside. Tiene 81 años.

No miente. Alfredo hizo deporte toda su vida y los modernos estudios en la materia sostienen que la vejez no depende de la edad “cronológica” sino, en todo caso, de la edad “biológica”, que es la edad de tu organismo, de tus células.

Es así que la edad biológica es la edad de tu cuerpo y remite a tu estado de salud incluyendo dimensiones físicas, psicológicas y cognitivas.

Mientras que la edad cronológica es universal para los nacidos en el mismo año y no depende de factores subjetivos, la edad biológica depende de cada persona, de su genética y del estilo de vida que lleva (alimentación, ejercicio, sueño, actitud, estrés, etc.). Por eso, la edad biológica puede ser mayor o menor que la cronológica.

O sea que la vejez no empieza a la misma edad para todas las personas sino que depende de cada uno.

Por mi parte agrego que hay otra cuestión relevante para marcar el comienzo o no de la vejez: la edad “emocional” o “actitudinal”.

Esta se refiere a nuestra postura frente a la vida, a nuestro interés por el mundo, a nuestro entusiasmo hacia lo nuevo, a nuestra positividad, a nuestras actividades, a nuestros proyectos futuros, a nuestras amistades y círculos sociales, a nuestros afectos familiares, etc.

Y esa actitud emocional, cuando falta, es la que determina el comienzo de la vejez.

Somos viejos desde el momento en que tenemos la mirada puesta solo en el pasado, en nuestra historia, en lo que fuimos o perdimos, en “nuestra época”, que siempre fue mejor.

Somos viejos si lamentamos el presente y nos retiramos de los que pasa en el mundo. Somos viejos si nos concentramos exclusivamente en nosotros, en estar cómodos y en pasarla lo mejor posible, mirando sólo nuestro ombligo.

Es que en un mundo donde la medicina, la salud pública y la tecnología han agregado treinta años a las expectativas de vida, si tenés una actitud emocional positiva podés transitarlos sin convertirte en viejo aunque ya hayas cumplido 60, 70 u 80 años.

En definitiva, la vejez no es cuestión de edad cronológica sino de edad biológica, pero también depende de un estado emocional, de tomar o no una decisión frente a la vida.

Por eso, si tenés más de 60 años, hoy te pregunto:

¿Ya estás mirando para atrás?

¿O tomaste la decisión de vivir el presente mirando al futuro?  

Comentarios

  1. No importa como te llamen, o la edad q tengas, la consigna es avanzar.

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  2. Comparto el criterio del autor. En realidad, no es bueno fijar limitaciones genéricas inamovibles. Con el mismo absurdo criterio, habría que prohibir que los mayores de setenta condujeran vehículos en todo caso y de manera inapelable, lo que sería algo inaceptable. Lo es también que se impida que un profesor experimentado aunque sea añoso siga contribuyendo aportando sus conocimientos y además, manteniéndose saludablemente activo. Las regulaciones deberían ser flexibles y contemplar las circunstancias particulares de cada caso que en definitiva son lo único importante. No puede ser irrelevante la condición individual de las personas, no es aceptable que la edad -algo genérico- sea tomada como parámetro definitorio. Hay mucho que hacer sobre esta temática, más considerando que se trata de un tema que tiene características complejas y que se encuentra altamente influenciado por la modernidad.

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  3. Comparto a medias la postura del posteo ...el sentir es relativo. La jubilación nos enfrenta a la esa sensación de lo prescindible, del "ya no haces falta", sumado al "qué hago ahora". En mi caso, volví a estudiar a la universidad virtualmente. Un desafío tecnologico, sumado a un sacudón de neuronas para mi memoria que ya, obvio, no es lo que solía ser. Y algo es real: obligados a estudiar en grupos, no sos elegido proque tenés muchos años. Comprensible, acá no importan las notas buenas: los pibes deciden por la onda y la visión del mundo y los viejitos miramos con más respeto el tránsito por la vida. Algunos te tratan de ud y cuando algún profesor explica algo tecnológico del "siglo pasado", parecemos dinosaurios que sacábamos fotos con rollo!!!!.... Y la verdad: si Aladino me invitara a elegir un deseo de su lámpara: ni plata, ni bienes materiales, sólo le pediría un cuerpo sin dolores!!!!!

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  4. Creo que debemos diferenciar lo biológico de lo psicológico. Muchas veces cuando un amigo me dice que no se siente viejo, casualmente le digo que creo que hay que separar ambos conceptos, porque si bien uno se siente muy bien y es incluso feliz, el "envase" ya no es el mismo. A ese mismo amigo le digo, bueno si estas tan joven subí a esa silla y saltá al piso, por supuesto que no solo no se anima a subir a la silla sino que es imposible que salte "desde esa altura" al piso. Resumiendo uno se puede sentir joven y no serlo cronologicamente y mucho menos fisicamente, ello no obsta la posibilidad de ser feliz no importa le edad que uno tenga. De hecho, y pido licencia por la autoreferencia, a mis 75 años me siento feliz, si bien a veces me reto por los olvidos y me enoja no encontrar el nombre de las cosas o las personas, disfruto una caminata por la playa o una puesta de sol mucho mas que en mi juventud. En fin como decia el titulo de aquella pelicula: "La vida es bella"

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    1. Es así. Hay que aceptar las limitaciones corporales y trabajar para revertirlas. La clave sigue siendo la actitud mental. Muchas gracias Fernando.

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  5. Tengo 74 y no me siento viejo. Me atrae la tecnología, me siguen entusiasmando las novedades tecnológicas que aparecen casi diariamente. Se está prolongando la vida de calidad. Me interesa la política, la economía, la tecnología, los problemas energéticos, los viajes, e investigar todo esto en internet. Probablemente la vida se empiece a prolongar a gran velocidad en las próximas generaciones. Siempre le digo en broma a mis hijos, tal vez ustedes sean la última generación que se muere, o la primera que vive mil años. Así lo dicen varios miembros de la SU (Universidad de la Singularidad), que es la que estudia todas estas ciencias nuevas. La prolongación de la vida, la inteligencia artificial, la investigación y la creación de colonias en Marte o la luna. Lo que estoy seguro, es hay una discriminación a los viejos porque los cambios se producen a una velocidad mayor que la velocidad de adaptación de la cultura. Por supuesto no salto de una silla, pero nadie pensaría que es vieja una persona joven cronológicamente que tuviera algún problema físico que lo impidiera. La tecnología avanza, y pronto va a ser mayor, la diferencia entre la edad biológica y la cronológica.

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    1. Muy buen comentario Yoyano y te felicito por tu actitud ante la vida. Un ejemplo para seguir. Muchas gracias.

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