El fuego sagrado




Sintiendo la Independencia en Salta

Un rayo de luz entra por la ventana e ilumina la bandera. Todos la miran encandilados. Ahora comienzan a tocar el himno nacional y lo cantan con emoción. Hace apenas un rato que empezó el acto en la Universidad. Un centenar de asistentes ha colmado la moderna aula magna. Mario está adelante, junto al joven abanderado, de cara al público. No sabe bién porqué le tocó estar ahí, quizás por ser de los mayores. Observa los rostros y escucha los cantos mientras siente el suave roce de la bandera en su hombro. 

Mira la ventana y se da cuenta que la luz entra desde el norte. Como es Salta, la luz esta viniendo de lo que fue la Pampa de Castañares donde tuvo lugar la batalla en la que Belgrano derrotó a los españoles, en el último gran combate en suelo argentino. Sabe que no fue nada fácil. Cuando los Godos invadieron desde Bolivia, Belgrano debió replegarse con los jujeños, abandonando la ciudad y sacrificando todo lo que no se podía llevar. Luego, arriesgando su futuro, tuvo que desobedecer a la Junta de Buenos Aires para enfrentar a los españoles en Tucumán. Allí logró un triunfo que para muchos tuvo algo de milagro. Finalmente, persiguió y venció a Pío Tristán en Salta. Luchó enfermo pero tuvo la inteligencia de cambiar su táctica en medio del combate y la dignidad de tratar con honor a los vencidos. Toda su vida fue de patriotismo, sacrificio y renunciamiento. Murió enfermo y pobre. Mario mira de nuevo la ventana y, como es Salta, la luz tambien viene de donde sigue en pié la casa de Güemes, en la calle España, muy cerca de la plaza 9 de Julio. El general Martín de Güemes, sin mas recursos que la voluntad, la astucia y el coraje, con guerra de guerrillas detuvo el avance realista en las fronteras con honor, hasta que lo asesinaron a los 37 años.

Mario ahora observa a los presentes. Como es Salta muchos descienden de los criollos de aquellos tiempos, algunos de los originarios, y otros son hijos de los inmigrantes. Esos que llegaron en los barcos al Nuevo Mundo huyendo del hambre, de la guerra o de la persecución. Los ve a todos poseídos por un mismo sentimiento, compartiendo y haciendo propia la epopeya de la independencia, transmitida de generación en generación por 200 años. Como nunca en su vida se siente lleno de orgullo, de admiración y de agradecimiento hacia esos héroes. Imagina también el sufrimiento, el dolor y los enormes sacrificios de esa gente y se conmueve. No puede contener las lágrimas mientras mira a esos cien rostros. Se estremece. Siente un calor en el pecho que parece un fuego, siente ¡el fuego sagrado!.

Acaba de despegar el avión de vuelta a Bs.As. Mario recuerda el acto y como, luego que se retiró la bandera, todo siguió con normalidad. Está anocheciendo. Por la ventanilla ve el cielo, los cerros y las luces de la Ciudad, que se van alejando. Piensa en Argentina. Un país tan pacífico que sus dos grandes fechas no son batallas ni triunfos sino afirmaciones de principios, casi gestos simbólicos, sin derramamientos de sangre: el 25 de mayo fue un primer gobierno patrio dispuesto por el Cabildo de Buenos Aires. El 9 de julio fue una declaración de independencia de un Congreso de las Provincias reunido en Tucumán.  Pero entre esas declaraciones y la verdadera libertad de la nueva Nación, hubo muchas batallas, muchos esfuerzos, muchos sacrificios, muchas gestas épicas, muchos hombres y mujeres, conocidos e ignorados, comprometidos hasta la muerte con la Patria, los que exigen memoria y reconocimiento permanentes. 

Ahora Mario lee la revista de abordo donde una propaganda proclama "Salta la linda". Sin duda que lo es. Pero, se dice, tiene algo mucho más importante: como es Salta, podés sentir la llama de la independencia.

Comentarios

  1. Hermoso, Viva la Patria y los Héroes de la Independencia

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Providencia