Cataratas del Iguazú, final del viaje (4/4).

 


-¡Te robaron mis dos empanadas!, dice Carlos enfurecido.

-Fueron los coaties, contesta Dicky. Me atacaron, agrega impresionado

-¡Esto no tiene perdón!, contesta Carlos muy enojado.

(esta historia sigue abajo en el punto 3)

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Salimos temprano de El Soberbio hacia el norte, cruzando longitudinalmente la Provincia de Misiones, desde el río Uruguay hasta el Paraná.

Se hace mediodía, tenemos apetito y paramos en un restaurante al paso que es canilla libre.

Un rato después llegamos al pueblo de Wanda, famoso por sus minas.


1.-En las Minas de Wanda.

Entramos al pueblo, pasamos por la puerta de un acuario, y al final del camino hay varias minas para visitar, una al lado de otra y gente tratando de captar autos. Elegimos la más famosa que es la de la Compañía Minera Wanda.

Llegamos y vemos mucha policía. Nos dicen que justo está de visita la vicepresidenta. Cuando entramos se está despidiendo y Dicky se hace una foto con ella.



La visita incluye a un guía que nos acompaña en todo el recorrido. El nuestro es un ex minero de Rio Grande do Sul, Adrian Ferraz.

Empezamos la recorrida por el exterior y nos cuenta que en toda la zona hay roca de basalto que es muy dura y que por una falla geológica hubo lava por agrietamiento que formó el silicio, del que deriva en cuarzo violeta. Se usa en la industria electrónica y en joyería y bijouteri. 

Luego nos cuenta la historia del lugar. El nombre Wanda es de Polonia y hay 17 colonias de inmigrantes en la zona.

-Si, Misiones es la Provincia con más colectividades, dice Dicky.

-Leí que hay una fiesta anual que es muy interesante, agrega Carlos.

El guía nos cuenta que los actuales dueños compraron el campo para explotar eucaliptos y se encontraron por accidente el cuarzo. Intervino la Nación, porque los yacimientos son del Estado, pero como el nivel de calidad era de segunda evitaron las regulaciones.

Hay extracciones a cielo abierto y otras en túneles Entramos a una caverna y vamos recorriendo túneles. Hay grupos de turistas.

-Parece una película de Indiana Jones, dice Carlos. 

Adrián nos muestra las rocas y nos dice que cuanto más oscura es la piedra vale más.

Admiramos las formas geológicas, que son preciosas. 


Agrega Adrián que para extraer el material usan pólvora negra que permite el control. Las piedras se cortan con discos diamantados y se clasifican los minerales de 1 a 10 según su dureza.

Después entramos a un salón de exposiciones y ventas, donde también se ve un laboratorio de análisis. Allí, le compro unas piedras para Vicky, que le encantan.

La visita es muy interesante y recomendable. 


 2.-Puerto Iguazú.

Un ratos después ya estamos en el camino que desemboca en Puerto Iguazú. 

Entramos a un costado de la ruta y llegamos a nuestro hotel "La Aldea de la Selva", que está en medio de la espesura y es todo de madera.



La recepción es imponente y para ir a las habitaciones hay senderos de madera entre los árboles.


Descansamos un rato y, ya en la oscuridad, nos vamos para el pueblo. Nuestro destino ahora es llegar a la "triple frontera" entre Argentina, Paraguay y Brasil.
El GPS nos hace dar una larga vuelta pero al final, un poco preguntando, llegamos al lugar. La vista nocturna es hermosa.
Vemos el puente Paraguay-Brasil todo iluminado y una "vuelta al mundo" del lado brasileño.


Del lado argentino hay un hito con un pequeño obelisco en un lindo parque. También un monumento con las tres banderas.


La gente pasea y disfruta. Los niños juegan en un ambiente de contemplación y alegría

VIDEO: Te invito a ver un video de la noche en Tres Fronteras.

 

Después de un rato de contemplación, donde charlamos con una chica ecologista, nos vamos a cenar a un restaurante que nos recomendaron "El Quincho del Tío Querido".
-¿Tiene algo que ver con el conjunto musical?, pregunta Dicky al llegar.
-Nada que ver, el dueño era un soltero muy generoso al que todos apodaban "el tío" y que dejó el negocio a los sobrinos, le contesta el maitre.
Adentro está lleno de gente, la mayoría turistas con paquetes de excursión nocturna. Son de de distintos países del mundo y de diversos lugares del país, según surge cuando el animador va preguntando.
Es todo muy "for export", pero la comida es buena y el show también: juego de boleadoras y luego una pareja de tango.

Al final, los artistas sacan a bailar a los turistas, como corresponde.

A la vuelta al hotel, salgo un rato a la puerta a hablar por teléfono con Lucía. En el banco de fumadores, único lugar habilitado, converso con un argentino de Villa Devoto, me cuenta que importa repuestos de China y conversamos sobre ese país. Dice que se vino con su pareja hoy de un tirón desde Bs.As. Tremendo.


3.-Cataratas del lado argentino.

Al día siguiente volvemos a la ruta y vamos hacia el Parque Nacional Iguazú. El camino tiene pequeñas ondulaciones y en los puntos bajos hay que reducir la velocidad de 60 a 40 kms. por hora. Un cartel avisa el fundamento: son los lugares donde suelen cruzar los animales. 

-Yo no ví ninguno, dice Dicky.

-Deben cruzar a la noche, comenta Carlos.

La visita al parque está muy bien organizada. Estacionamiento. Tickets. Subida a un tren que tiene tres estaciones: la de salida, una intermedia y una final.

Una maqueta muestra todo el recorrido y parece Disney.

Por suerte hay medios para personas con poca movilidad y Dicky es trasladado en un lindo carrito de golf de un punto a otro, Carlos va de acompañante y yo quedé a pie.

Hacemos el recorrido en tren y nos bajamos en la última parada: la "garganta del diablo".

Hay un kilómetro de pasarelas para la que nos facilitaron una silla rodante para Dicky. Nos turnamos con Carlos.



La vista siempre sorprende, emociona y nos conecta con las fuerzas de la naturaleza. Del otro lado se ve la costa de Brasil y la cúpula colonial del “Hotel Das Cataratas”. El sonido de la catarata estremece. 


El agua circundante, que es el lecho del Río Iguazú, es cristalina y se ven peces. Una multitud de mariposas se posa sobre los visitantes y deslumbra a los niños. También hay muchas aves.

VIDEO: Te invito a ver un video desde el mirador de la Garganta del Diablo.


Terminada la visita retomamos la pasarela y tenemos hambre. Vimos un restaurante en la parada intermedia y nos vamos en el tren.

En rigor en el local venden sandwiches y empanadas (y también hamburguesas, lo que descubrimos tarde). Nos sentamos en una mesa de afuera y le damos las empanadas a Dicky para que las tenga hasta que buscamos las bebidas.

En un instante Dicky grita y dos empanadas desaparecen de sus manos por obra de unos coatíes que lo atacan. También hay un mono que grita muy fuerte. Es un momento de temor y confusión.

-Jamás perdonaré a Dicky, murmura Carlos.

Por prevención, nos trasladamos a un sector de mesas que está adentro de una especie de jaula gigante.

Afuera merodean los coatíes y monos y, adentro, los humanos con miedo. ¡Muy gracioso!

Nos dicen los cuidadores que esos coatíes ya están acostumbrados a comida humana por lo que no los pueden liberar en la selva. ¡Todo un problema!

VIDEO: Te invito a ver el merodeo de coatíes.

 


Después de almorzar volvemos a la estación superior para contratar un paseo en gomón por el Río Iguazú.

Hay un rato de demora pero no hay otra cosa que hacer ya que la otra lancha es muy rápida y no apta para Dicky. Al final subimos, nos ponen chalecos salvavidas y salimos a navegar.



Somos unos diez turistas y el guía. 


El recorrido es paralelo a las cataratas, con un guía que rema y nos va comentando sobre la fauna, la flora y el río. 

Todo tiene mucha paz y armonía. 


Dura un rato largo y termina en Las Tres Marías, un punto que da a las vías pero que hay que caminar un trecho hasta llegar a la estación del medio. El camino es lindo, entre arboledas y Dicky lo hace con esfuerzo y satisfacción.

Después volvemos al hotel a descansar un rato. Hay una pileta y nos metemos con Carlos.

Queremos comer pescado en la cena y encontramos por la web un buen restaurante al que concurrimos por la noche.

A la vuelta, como siempre, voy al banco de fumadores y charlo en la puerta. Esta vez con brasilero de Paraná. Está con toda su familia. La charla es difícil pero la voluntad puede mas.

 

4.-Cataratas del lado brasileño. 

Al día siguiente nos vamos para el lado brasileño.

Desde Puerto Iguazú hay que cruzar por el puente internacional Tancredo Neves y se llega a Fox do Iguazú donde está el Parque brasileño.

En la Aduana, del lado argentino, hay una larga cola de autos. Por suerte, gracias a Dicky, pasamos muy rápido. Solo nos piden los DNI.

Ya en Brasil transitamos por los alrededores de Fox do Iguazú. Son enormes, llenos de parques, negocios y estructuras que nos hacen acordar a Orlando, en Florida.

Llegados al Parque, no tenemos moneda brasileña y no recordamos los pin de las tarjetas para sacar plata en el cajero. Por suerte me anda la AMEX.

Pagadas las entradas hacemos el recorrido hacia las cataratas que no es por tren sino por bus. Tiene cuatro paradas y nos bajamos en la última donde están las rampas y un ascensor. 

Conseguimos una silla para Dicky y vamos recorriendo los balcones y las pasarelas hasta llegar al final. En el punto mas extremos el agua salpica y nos mojamos. Por suerte hace calor.

La zona está muy estructurada con pasarelas se despliegan muchos metros sobre las rocas del lecho del río Iguazú. Las vistas se hacen desde diversos niveles.

Hay mucha gente y las visiones panorámicas son muy variadas, amplias e imponentes.

Sentimos, con cierto dolor, que las vistas superan al lado argentino, pero nos consolamos pensando que  el espectáculo principal está del lado nuestro y que nuestros hermanos brasileros solo ponen las plateas.


VIDEO: Te invito a ver un video desde el lado brasileño de las cataratas.


Después del paseo, comemos algo y vamos a buscar la parada del bus para volver. Está a unos cien metros. 
Mientras empujo la silla rodante de Dicky llega el bus, para a nuestro lado, el joven chofer se baja del micro y se pone a empujar él la silla hasta la parada. Luego vuelve y conduce el bus hasta allí.
¡Un gesto tan hermoso como inesperado que nos conmueve!

Llegamos al estacionamiento y partimos de vuelta hacia el lado Argentino. 
Nuestro plan era ir al famoso free shop de la frontera pero no lo vimos a la ida. A la vuelta, cuando habíamos perdido toda esperanza, apareció justo antes de la Aduana argentina. 
Entramos contentos a comprar algo y tomar un café.
El negocio es un verdadero shopping con todo tipo de mercaderías y lindas estatuas, como las de Johnnie Walker.



5.-Despedida en Puerto Iguazú.

Antes de volver al hotel buscamos una balanza para las maderas de Carlos, pero no la conseguimos. Igual podemos pesar sus maderas que pesan 18,3kgs. Tendrá que pagar exceso.
Volvemos al hotel y vemos el partido de Argentina con Colombia, que terminamos perdiendo.
Por la noche, salimos a cenar. Ahora queremos comer pastas. Buscamos un lugar por internet y llegamos a un local que, en rigor, tiene pastas para llevar y dos mesitas afuera. Comimos allí bastante mal. Para compensarnos, nos fuimos al centro a comer helados.
A la vuelta nos vemos el debate Trump-Kamala, en ingles pero traducido por Carlos. Muy interesante.

Al día siguiente, el día del fin del viaje, fuimos por segunda vez a la triple frontera. Esta vez a despedirnos. El lugar de día era muy lindo y la fuente funcionaba al máximo.





Sacamos fotos y contemplamos el paisaje mientras un músico ambulante tocaba en el arpa paraguaya dulces canciones guaraníes.



Fue una verdadera despedida "a toda orquesta".

Ahora sentimos la nostalgia del fin del viaje pero también el gozo de la vuelta a casa, a esa cotidianeidad que nos da seguridad. 

Pensamos que la clave de la vida es lograr un equilibrio entre el descubrimiento de lo nuevo y la paz de lo ya conocido. En este momento lo sentimos y estamos agradecidos.



Con la triple frontera de fondo nos despedimos hasta el próximo viaje. 

¡Gracias por acompañarnos!


VIDEO: Te invito a ver un video sobre la Triple Frontera de día.





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