De Salinas Grandes a "La Quiaca" (5/6)


 

1.-Las Salinas Grandes y la Cuesta de Lipán.

Dejamos la ruta 40 para tomar la ruta 52, desde Susques hasta Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca para llegar hasta La Quiaca por la ruta 9.

Vamos recorriendo una planicie de la Puna de Atacama, de oeste a este, en el límite entre Jujuy y Salta.

Por suerte estamos en un camino pavimentado ya que es una ruta que lleva hasta Chile, y es transitada por gran número de camiones procedentes no solo de Argentina, sino también de Bolivia, Paraguay y Brasil.

Después de un rato largo vemos a nuestra derecha un enorme desierto blanco. Son las Salinas Grandes.

Nuestra guía nos dice que estamos a 3.350 mts. de altura y que las Salinas tienen una superficie de 212 km2, y que estamos a 66 kms. de Purmamarca.

Al llegar hay una serie de instalaciones de descanso y negocios. Aquí se venden los tickets para caminar sobre la sal o para hacer visitas en el propio auto con una moto guía que va haciendo paradas, mostrando los piletones y explicando la geología y los modos de extraer y purificar la sal. 

Vemos a los turistas que juegan y se sacan fotos en diferentes posturas sobre el blanco mar de sal.

Hay también aquí un monumento a la llama hecho de sal. 

¡Es un paisaje lunar que nos encandila y atrapa!

Después de un rato de caminar por la sal y sacarnos fotos, seguimos viaje hacia la Ruta 9.

De repente vemos un piquete en la ruta pero, por suerte, están cortando el camino solo para el tráfico del otro lado. Nos salvamos!

Ahora la llanura termina y el camino empieza a descender entre montañas. Estamos en la Cuesta de Lipán, famosa por su hermosura y por su camino serpenteado. Vemos pasar camiones muy cargados hacia Chile.

Paramos en un mirados y la vista es increíble.

2.-En la Ruta 9.

Llegamos a Purmamarca y seguimos viaje hasta tomar la Ruta 9. 

Vamos por hacia el norte buscando nuestro hotel, que está en Huacalera, un poco antes de Humahuaca.

De pasada hacemos una entrada en Tilcara para cargar Nafta y pasamos cerca del famoso Pucará, que es como un fuerte originario de protección de una comunidad.

Nos llama la atención, en Tilcara, el ambiente hippy y New Age, a tal punto que mientras fumo un habanito en la calle se me acerca un jóven a preguntarme si le vendo marihuana.


3.-El Hotel Huacalera y el Trópico de Capricornio.

Por fin, cansados del viaje, llegamos a nuestro alojamiento, el Hotel Huacalera.

Esta sobre la ruta 9, pegado a la montaña, y tiene un hermoso estilo arquitectónico colonial.

La decoración interior alude a la cultura Diaguita.

Nos llama la atención la exposición en grandes mesas de una gran cantidad de figuras. Son “Ekekos”, espíritus que en las creencias ancestrales traen la abundancia. 


Descansamos, cenamos en el propio hotel y nos vamos a dormir.

Al día siguiente el amanecer desde el hotel es hermoso.

Pegado a nuestro hotel, pero hacia el sur, están los monolitos que marcan el paralelo del Trópico de Capricornio, línea imaginaria hasta donde llegan los rayos de sol perpendiculares en el solsticio de verano en el hemisferio sur.

Frente a los monolitos hay puestos de venta de artesanías y turistas sacando fotos.


4.-El camino hacia La Quiaca.

Ahora retomamos el camino hacia el norte buscando llegar a la Quiaca por la Ruta 9.

En seguida que pasamos Humahuaca y dejamos atrás la Quebrada, el paisaje cambia y ya no hay montañas cercanas sino una inmensa llanura propia de la Puna.

En nuestro camino vemos manadas de llamas sueltas y, al pasar por el pueblo de Pumahuasi, otro monumento más a la Llama.

Al acercarnos a Abra Pampa vemos a lo lejos sobre la ruta una aglomeración de cosas que no comprendemos qué puede ser. 

Cuando nos acercamos nos damos cuenta que es un piquete de originarios. Los autos que ya están en la fila nos dicen que abren el camino cada dos horas y que luego de que pasa el tráfico acumulado lo vuelven a cerrar.

Nos desesperamos porque la idea nuestra es ir y volver a La Quiaca en unas pocas horas.

Me acerco caminando al piquete, pido por el jefe y me dicen que nadie lo es. Que son varias comunidades con representantes y que deliberan entre ellos todas las decisiones. Me cuentan que el reclamo es por el agua, contra la minería y contra la reforma constitucional en Jujuy.

Estoy desconsolado. De golpe veo que Dicky se bajó del auto y viene caminando fatigosamente. Se para frente a los caciques y pide que le dejen paso invocando su condición de persona con discapacidad motriz. Logra conmover a una de las jefas y ella da la orden que nos dejen pasar. No lo podemos creer!!!

Nuestra felicidad dura poco porque al llegar a La Quiaca hay un nuevo piquete, y este es por cuatro horas. Sin embargo, tenemos suerte porque justo al llegar es el momento en que dejan pasar.


5.-El final de la Ruta 40 en La Quiaca.

Entramos muy entusiasmados al pueblo, que es chato, bajo y extendido.

Después de andar un rato por la Ciudad y preguntar llegamos a nuestro objetivo: el lugar donde termina la Ruta 40 y donde se junta con la Ruta 9.

Hay una plazoleta con carteles que indican que es el km. 5080 de la Ruta 40, y que estamos a 3400 mts. de altitud, en la frontera con Bolivia, y a 5121 kms. de Ushuaia. 

En el lugar hay también un monumento a la minería, representada por un vagón de carga, y un mapa argentino en relieve con la ruta 40 destacada. Además cientos de inscripciones y pegatinas de viajeros que llegaron hasta aquí.

Es un momento de epifanía. Nos abrazamos, sacamos fotos y lloramos. Es haber llegado a otro “fín del mundo”. ¡Estamos, muy emocionados!


Muy cerca de los monumentos hay un par de esculturas muy originales sobre fútbol, mate y tradiciones regionales.






Luego recorremos la ciudad y vamos hasta una plaza central donde está la Iglesia del Perpetuo Socorro, toda recubierta de piedra y con relojes en todos los lados de su torre. 


La visitamos y comprobamos que es un centro social y educativo además de religioso, inserto en una campaña contra la violencia de género. 



Frente a la plaza hay un comedero abierto que se llama "El cubano". Entramos y almorzamos. Es un lugar muy modesto y básico. En un momento, en la plaza de enfrente, tocan música a todo lo que da porque estan preparando un concierto para la noche. Mas tarde, mientras almorzamos entra un parroquiano algo bebido y se pone a cantar a la gorra. Le dimos una propina como corresponde.

Después de eso pido a mis amigos ir hasta el puente internacional que une Argentina con Bolivia.
Llegamos cerca, me esperan y bajo.
Hace cincuenta años, en un viaje de mochilero hacia Machu Pichu, pasé por este puente de ida y de vuelta y quería repetir la experiencia.
Me puse a caminar hacia el puente ante la indiferencia de los gendarmes y de los viajeros que hacían trámites. Crucé al lado Boliviano y miré para el lado Argentino. Fue muy emocionante.




Al volver a cruzar pude comprobar que el río que allí nos separa, el Río La Quiaca, es apenas un arroyito que se puede pasar a pie.


Al volver ocurrió algo curioso ya que una gendarme me dio la voz de alto y no me dejaba pasar. Por suerte le dije que estaba averiguando trámites para pasar y me dejó retornar.

Mientras transitamos por la ciudad escuchamos una emisora de la comunidad boliviana. Nos cuentan que entre los dos países no hay rivalidades de frontera sino buenos lazos y uniones familiares. ¡Qué bueno!

Al salir de La Quiaca nos agarró de nuevo el piquete de la entrada a La Quiaca, pero invocamos nuestro paso anterior y nos dejaron pasar.
Distinto fue el piquete de Abra Pampa ya que los caciques estaban deliberando y no había nadie que lo pudiera autorizar. 


Una nativa dijo que como ella no había dejado pasar a otra persona con discapacidad no nos podía dejar pasar a nosotros para no hacer diferencias (horrible argumento que en lugar de reparar los errores los repite). Por suerte, apareció la señora que nos había dejado pasar tres hora antes y pudimos seguir nuestro camino. 
¡Dicky fue el héroe de la jornada!


6.-El Hornocal, cerro de catorce colores

Ya otra vez en la Quebrada de Humahuca nos hablaron mucho de un cerro que, a diferencia del de Purmamarca, en lugar de siete colores tiene catorce. Es el Hornocal y vamos para allá.
El waze nos manda pasar la ciudad de Huamhuaca, cruzar el río y retornar en paralelo a la ruta 9 hacia el norte. Vemos un cartel que dice que es la ruta 73 a Cianzo "Camino de la Independencia".
Después el camino empieza a subir. Es casi una hora y hay bastantes autos que van y vienen.
Vamos hacia un cerro donde hay una gran antena. Luego de subir por una cornisa, que por suerte es ancha y amigable, llegamos hasta el mirador.
Lo custodia la comunidad originaria de Hornocales, que viven hacia abajo y cultivan diversos frutos. 
En el lugar, que tiene 4350 mts de altitud, hay instalaciones y venta de artesanías.
El sitio es hermoso y está lleno de turistas que sacan fotos. Hay un camino descendente hasta un precipio en el fondo que se acerca más al cerro pero nosotros nos quedamos en el mirador principal.

Estamos un largo rato contemplando el cerro y gozando de esa contemplación. Son esos lugares donde te sentís cerca del Universo, de la enorme energía de la naturaleza. La vista no se cansa de mirar.



Después de un rato emprendemos el camino de vuelta. La bajada es mas fácil pero hay que ir frenando porque el auto baja solo. La vista de la ruta de regreso también de muy linda.


Empieza a oscurecer y nos vamos para nuestro alojamiento de esta noche, el Hotel "La Comarca" en Purmamarca.
Tiene el aspecto de un caserío andino, distribuido alrededor a una plaza central y ubicado en un hermoso paisaje con impresionantes vistas de los Cerros. 
Esta a 1,5 kms del centro de Purmamarca y tiene habitaciones, casas y cabañas. Nosotros vamos a una habitación de tres.





Cenamos en el hotel y nos vamos a dormir. Fue un día extenuante pero de muchas emociones.





Nota: Podés encontrar los otros relatos del mismo viaje, otros viajes, cuentos, reflexiones y crónicas en este mismo blog

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