En los Saltos de Moconá, Misiones (3/4).



1.-Recorriendo la costa del Río Uruguay.

Salimos temprano de Yapeyú previo desayuno en la única panadería -atendida por una amable mujer de orígen italiano- que tiene mesas y sirve café.

Salimos a la ruta hacia el noreste, camino hacia los Saltos de Moconá. El camino bordea, a veces cerca y a veces lejos, al Río Uruguay y el paisaje es encantador.

Gran parte de la ruta está entre bosques y selvas, donde nos llama la atención los paisajes abiertos y las ondulaciones del terreno, lleno de arboledas y de altas palmeras lo que me recuerda al Valle de Cocora, en Colombia.


Otro detalle llamativo es que aquí la gran industria es la madera y vemos gran cantidad de aserraderos de todo tamaño y color.

-Se me hace agua la boca, dice Carlos, hasta ahora frustrado en sus compras.

Es muy lindo pasar por el pueblo de Leandro M. Alem, donde paramos a comer en una parrilla un poco básica pero muy amable.

2.-El Soberbio y la Ruta de la Selva.

Después de unas horas llegamos al pueblo llamado El Soberbio. Es muy lindo.

Está lleno de madereras y Carlos nos hace parar a preguntar si pueden venderlas para despacharlas por flete a Buenos Aires. 

Le dicen que sí y es el hombre mas feliz del mundo. Paga contado, le dan un recibo y un teléfono y seguimos viaje.


En un momento estábamos en medio del pueblo sin señal y preguntamos a un lugareño sobre cómo llegar a nuestro hotel.

El mismo, con la amabilidad propia de la zona, nos presto su "wi-fi". 

Agradecimos y de paso le preguntamos por el nombre del pueblo y nos dijo que se refiere al "soberbio paisaje". Agrega que, según la leyenda, no querían registrarlo con ese nombre en la Provincia entonces, dos pioneros llegados de Buenos Aires, bautizaron al río con esa denominación. Una vez hecho eso, pudieron lograr que también el pueblo se llamara El Soberbio.

Seguimos viaje y nos damos cuenta que estamos en la "ruta de la selva" porque vemos carteles y, cada tanto, hay marcados miradores donde se puede subir caminando y observar la belleza y grandeza del paisaje.



Después de unos 30 kms. llegamos a nuestro alojamiento que se llama "La Misión Moconá".
Es un hermoso complejo de cabañas con un house principal todo de madera y con luminosos ventanales. Hermoso.

Vamos a nuestra cabaña y luego salimos a ver la tarde. El complejo da sobre el río Uruguay y hay hermosas glorietas para contemplarlo y tomar mate. Del otro lado esta la costa de Brasil.


Va anocheciendo y las vistas son cada vez mejores.

Luego dejamos la cabaña y vamos a cenar al complejo en una noche mágica. Somos unas veinte personas y en grupos de dos y de tres por mesa.

Volvemos muy cansados a la habitación y dormimos con la selva en las pupilas.



3.-Los saltos de Moconá.

Al día siguiente salimos temprano para el Parque Provincial Moconá que está a unos treinta kilómetros de nuestro hotel, siempre dirección este-noreste, bordeando al río Uruguay. Un ómnibus con chapa de Paraguay está delante y nos demora los trámites de entrada. Por suerte, Dicky y un acompañante no pagan entrada.

El Parque tiene varias construcciones con un importante centro de visitantes y un bar bien provisto.



Damos un vistazo y nos vamos para el embarcadero a tomar la lancha. Son dos y salen a cada rato. Hay que caminar y bajar unos metros pero Dicky lo hace sin quejarse.


Salimos a navegar y el guía nos cuenta que estas cataratas tienen una extensión de 3 km sobre el curso del río Uruguay y que su particularidad es que no son transversales al curso del agua como la mayoría de las cataratas, sino que son paralelas. Agrega que se encuentran casi completamente del lado argentino, a excepción del extremo norte en donde están la ambos lados y son denominados saltos de Yucumá del lado brasileño.
El paseo, que dura unos 45 minutos, consiste en remontar el río y acercarse cada vez mas a la caída de agua, que a veces salpica a los turistas.
Agrega nuestro guía que el Uruguay aquí no es navegable por lo poco profundo pero hay un canal en el medio, por el que va la lancha, que es una falla geológica profunda de hasta 140 mts. Es el propio rio el que causa las cataratas y cuando crece se ven menos los saltos o los tapa del todo. Por eso no hay pasarelas porque el agua de la creciente las destruye. 
¡Caramba, que pena!


El ambiente es divertido y todos se sacan fotos. Nos encontramos con un grupo de cinco mujeres que nos cuentan que son hermanas, nacieron en Corrientes y viven en distintos lugares del país. Hoy se juntaron para este paseo. Muy linda historia.



En lo otra orilla vemos muchos turistas que caminan por las rocas y contemplan las cataratas. Aquí, como en Iguazú, Argentina pone el espectáculo y Brasil pone las plateas.



A la vuelta, en el Centro de Visitantes, nos hacen una pequeña visita guiada y nos cuentan que la reserva Moconá fue creada en 1967, luego de que Juan Alberto Harriet,  latifundista filántropo y propietario del terreno, donara las 999 hectáreas donde se encuentran los saltos. 

Dice que por ley nacional se declaró a los Saltos como “monumento natural nacional”.

Agrega que la altura de los saltos tiene un promedio entre 2 y 4 mts. en años de crecidas y de 6 a 8 mts. en años de bajantes, dependiendo de las precipitaciones de cada año. Raramente, de manera extraordinaria, pueden alcanzar 10 mts. de caída.

Además, el acceso al parque depende de la altura del arroyo Yabotí, si este nivel es bajo se puede acceder, de lo contrario el parque se encuentra en estado inhabilitado hasta tanto baje su nivel.

VIDEO: Te comparto la experiencia del viaje en lancha por los Saltos.


4.-El sendero mítico.

Luego de la experiencia en la lancha damos un paseo por el Parque. Hay varios senderos para caminar y elegimos con Carlos el "mítico", que es más corto y parecer muy interesante.

La espesura de la selva es hermosa. 



Cada tanto, hay un cartel que representa a alguna de las deidades de los guaraníes, con sus antecedentes, hábitos y características.Uno es una mezcla de hombre y de yaguareté.



Otro es de una diosa aborigen. Vamos leyendo y comentando cada cartel.


También está la imagen de un duende, con su propia historia y atributos.








5.-Un paseo en gomón por el Uruguay.

Volvemos al hotel a almorzar y, por la tarde, contratamos una navegación con un gomón por el río Uruguay.


Somos ocho turistas y el guía. Lo curioso es que nos dan un remo a cada uno y nos hacen remar.
"Yo no pagué para remar", dice una chica de Córdoba, un poco en broma y un poco en serio.



Después de un rato todos nos cansamos, dejamos los remos y nos damos cuenta que el gomón va solo río abajo, guíado solo por el conductor.

Por momentos pensamos cómo haremos para volver remando río arriba. Por suerte, despues de una curva y de entrar a una laguna, termina el viaje y bajamos a la costa.

Allí nos tienen preparada una rica merienda. El remo nos dió hambre.



La última parte del viaje es muy divertida porque nos suben todos a un camión y empezamos a andar por los caminos de la selva. Hermosa experiencia.

VIDEO: Te invito a acompañarnos en la vuelta arriba del camión.


6.-Atardecer en El Soberbio.


Luego de descansar un rato nos vamos con Carlos para el lado del pueblo de El Soberbio, a conocerlo y dar una vuelta.

Llegamos a la costanera y la vista es preciosa. Hace honor a su nombre.




Pedimos a un matrimonio que nos saque una foto y resulta que son turistas uruguayos con su motorhome, que vienen recorriendo, por etapas, toda América.
Conversamos un rato con ellos y son muy interesantes sus historia.


Se va haciendo de noche y se encienden las luces de la costanera mientras se esfuma el paisaje. Un cierre encantador.



Volvemos al hotel para cenar con Dicky. Es nuestra última noche y, al caminar hacia la cabaña el paisaje es ¡SOBERBIO!



Mañana salimos para Iguazú pero nos gustaría que esta noche fuera eterna.




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