En Berlín, tocando la historia
Aquí estamos ya en Berlín, luego de un día completo de crucero desde
Oslo y de un viaje en un tren charter de dos horas y media desde el puerto de
Wandermunden, en el Báltico. Somos una parte de los pasajeros del crucero, un
contingente procedentes de países latinoamericanos, con predominio de mexicanos
y chilenos, que conoceremos esta parte de Alemania dentro de una burbuja en
idioma español. En el andén, con un cartel con el número 1, nos espera
sonriendo la españolísima Carmen, de Madrid, que será nuestra guía y
traductora. Ya dentro del bus, y mientras vamos desde la estación de tren al
centro de la ciudad, Carmen nos va contando algunas cosas de Berlín que nos
resultan curiosas. Es una ciudad nueva comparada con otras capitales europeas
ya que data del año 1237. Es una ciudad muy extendida con casi 40 kms. de ancho.
Es una ciudad muy verde, con un gigantesco parque en su centro que era el coto
de caza de los monarcas. Es una ciudad con ríos y canales navegables, a los que
vemos llenos de turistas, que tiene más puentes que Venecia. Es la menos
alemana de las ciudades alemanas, por su pasión por la música, el alcohol, los
espectáculos, la vida nocturna, lo “latino”, la bohemia, la tolerancia, la transgresión
y los cabarets, siendo su período de oro entre 1920 y 1933 (comienzo del
nazismo), donde se congregaron artistas e intelectuales de todo el mundo. Es
una ciudad que siempre fue multicultural, desde que Federico Guillermo de
Hohenzollern en 1671 trajo 6.000 hugonetes (protestantes) de Francia y acogió
diez notables familias judías de Viena para revitalizar la economía. Últimamente,
en 1960, se recibieron 200.000 turcos de Estambul, además de los migrantes que
llegan a diario. Es una ciudad que está “en obra permanente”: la “reconstrucción”
de los edificios destruidos por la guerra no cesa y a ella se le suma la “construcción”
de nuevos y enormes edificios públicos y privados por todas partes.
2.-El muro de Berlín.
Carmen nos cuenta el origen del muro. En plena guerra fría, luego que
Alemania se había partido en dos Estados y la ciudad estaba divida entre los
cuatro aliados, había una gran migración de alemanes del este hacia el oeste,
buscando mejores condiciones de vida. Con esa excusa, en forma sorpresiva y en
la noche del 13 de agosto de 1961 el gobierno oriental, pro-soviético, instaló
el muro, que primero fue de alambre de púas, luego de cemento y finalmente un
complejo sistema de seguridad que incluía, entre dos paredes, una zona de la
muerte. El muro dividió familias, empleos y amigos y se cobró muchas vidas de
quienes intentaron saltarlo. Ahora Carmen sigue el relato con un cuento “Era la
noche del 9 de noviembre de 1989. Masas humanas, la mayoría jóvenes, se
dirigían a los pasos fronterizos. Gritaban y presionaban para pasar. Los
guardias no tenían instrucciones. Los jerarcas del régimen dormían a esa hora.
Los noticieros occidentales habían informado durante todo el día que en un
vocero del Politburó durante una conferencia de prensa, había contestado a una
pregunta diciendo que la apertura del muro sería “desde ahora” (fue un error
del vocero, pero nadie lo sabía). Cada vez eran más los que llegan hacia la
frontera. Hacía meses que había habido protestas y pocos días atrás había
renunciado el presidente conservador Erik Honecker. Finalmente, la guardia se
hizo a un costado y todos pasaron tumultuosamente al lado occidental. Del otro
lado los recibieron con sorpresa. Luego se abrazaron, besaron, brindaron,
treparon al muro, cantaron, gritaron y lloraron. Después de 28 años el muro
había caído y comenzaba otra historia.”. Hoy como testimonio, además de algunos
tramos que se mantuvieron, en toda la ciudad hay en el piso una línea doble de
adoquines que marca el lugar por donde pasaba el muro. Bajamos
del bus, tocamos el muro para sentir su energía: es positiva. Compramos nuestro
pedacito de muro (un pedazo de historia para llevar a casa, al fin y al cabo
somos turistas). Recorremos las pinturas, son variadas, alusivas, a veces
chocantes y a veces hermosas. Sentimos que, en definitiva, el arte tiene la
capacidad de sanar heridas.
3.-La puerta de Brandeburgo.
Ahora, de nuevo en el bus, Carmen nos cuenta un poco de historia.
Berlín se ubica en una región donde Otón I fundó el obispado de Brandeburgo.
Con el tiempo tuvo moneda y ejército propios. La familia de los Hohenzollen
dominó la zona desde 1415 hasta 1918 y su fortaleza fue ampliada, transformada
en castillo, averiada en la segunda guerra, luego los soviéticos la derribaron
y hoy es una de las grandes obras de reconstrucción de la ciudad. Nos apunta,
al pasar, que en la catedral de Berlín hay más de 90 sarcófagos de la dinastía
Hohenzollern. En 1701 Federico I se corona como rey de Prusia. Luego de la
derrota de Napoleón Prusia de afianza y crece. En 1871 Guillermo I, es elegido
emperador de Alemania, Otto von Bismark es nombrado canciller y se proclama el
Segundo Reich. Prusia continúa su militarismo y expansión con sus campañas contra
Dinamarca, Austria y Francia, celebradas con la Columna de la Victoria, hasta
su derrota en la primera guerra mundial, lo que da nacimiento a un régimen
republicano, la República de Weimar, que durará solo 14 años. En 1933 aparece
Hitler con 12 años de dictadura y la instalación del Tercer Reich. Le siguen la
derrota en la segunda guerra mundial en 1945, la ocupación y luego la partición
de Alemania en 1949, el muro (1961-89), la reunificación (1990) y el presente
actual donde Alemania es la cuarta economía del mundo y líder de la Unión
Europea. Mientras tanto, el ómnibus pasa frente al barrio Nikolaiviertel, donde
estaba el Berlín original, y va recorriendo la Isla de los Museos, con sus
cuatro museos donde se destaca el Museo Nuevo que contiene el busto de
Nefertiti, pasando luego por la Opera estatal, que dirige nuestro compatriota Daniel
Boreinbom, y por distintos edificios públicos, la mayoría reconstruidos, donde
predomina la arquitectura neoclásica, con columnas griegas, bóvedas romanas y
elementos barrocos.
Ahora bajamos para contemplar la puerta de Brandeburgo. Es una puerta
triunfal, al puro estilo griego clásico, inspirada en el Partenón de Atenas,
con seis columnas dóricas coronados con un entablamento antiguo y rematado por
la cuadriga de la Victoria (Atenea Nike). A esta puerta llegó Napoleón victorioso,
la desmontó y se la llevó a Paris. Luego fue devuelta en 1814. También aquí Hitler
hizo su famosa marcha de antorchas el 30 de enero de 1933 y se tomó como
símbolo del nazismo. Posteriormente, al caer el muro de Berlín, miles de
berlineses desfilaron ebrios de emoción y le volvieron a colocar el águila
prusiana y la cruz de hierro. Nos sacamos fotos, tocamos su energía, la
contemplamos de distintos ángulos. Luego vamos a tomar un café al famoso Hotel
Adlón, también reconstruido. Volvemos a subir al ómnibus. Vamos a ir a comer y
luego tendremos una hora libre para compras. Mientras el bus avanza por la
hermosa avenida “Unter den Linden” (bajo los tilos), pienso en esa magnífica arquitectura
tan clásica y tan monumental y me asalta una inquietud: tal vez en el sub
consciente de los pueblos anide la idea de que su mayor gloria va a estar
alcanzada cuando puedan transformar su capital en una nueva Roma, con el
esplendor de la época de Augusto.
4.-La noche más oscura del mundo.
Ya almorzamos nuestra cerveza con salchichas, hicimos las compras de
rigor, y ahora salimos a ver los vestigios de la época nazi, que son muchos y
muy fuertes. Pasamos por el lugar donde estaba el bunker de Hitler que tenía 30
habitaciones y 12 metros de profundidad, del que ahora no queda nada salvo una
placa recordativa en el suelo. Nos cuenta Carmen que desde allí comandó la
última parte de la guerra, allí cumplió 55 años, se casó con Eva Braun, se
envenenaron al día siguiente y, por las dudas, le disparó un tiro y él se pegó otro
dando órdenes a subordinados de incinerar los cuerpos. La efectiva muerte de
Hitler fue corroborada por la agencia soviética luego de la caída del comunismo
en Rusia, dando por tierra la leyenda de que había huido a la Argentina, como
sí hicieron otros jerarcas nazis. Volviendo al bunker, lo peor que pasó allí
fue la orden de seguir la guerra cuanto todo estaba ya perdido, de mandar a una
muerte innecesaria a cientos de miles de soldados, muchos niños y ancianos. Eso
a pesar de que ya hacía un año que se vislumbraba que la guerra se iba a
perder, lo que había motivado el atentado del conde Claus von Stauffenberg del
20 de julio de 1944 para frenar la guerra matando a Hitler, que falló por muy
poco y está bien ilustrado en la película “Operación Valquiria”. Pasamos por el
ministerio donde tuvo lugar el atentado referido, y vemos enfrente, desde un
vidrio especial, los calabozos subterráneos de la Gestapo y de las S.S., donde
se torturaba a la gente, exhibiéndose una verdadera “topografía del terror”.
Luego fuimos al Monumento en recuerdo del Holocausto. Recuerda los 6 millones
de judíos asesinados por los nazis mediante un método que podría calificarse
como “industrial” y único en la historia de la humanidad, nos dice Carmen. Es
un gran espacio al aire libre de unos 20.000 mts.2 donde hay 2711 bloques de
hormigón de distintos tamaños y alturas sobre un suelo ondulado. Data del 2005
y su autor, Peter Eisenman, no dejó explicaciones sobre su significado, que queda
librado a cada uno. Impresiona como un gran cementerio, un lugar de recuerdo,
de dolor y de emoción. Un lugar que nos interroga, como a Victor Frankl, sobre
el sentido de la vida. Volvemos a subir al bus. Nos quedamos todos en silencio.
Hace un siglo Niesche proclamo que “Dios ha muerto”. ¿Será Dios murió pero el
diablo quedó vivo?. ¿Cuáles son los límites de maldad del alma humana?.
5.-La plaza Gendarmenmarkt y el Reichstag
Nos subimos de nuevo al micro y la vida sigue. Afuera es un hermoso
día verano y todo el mundo está disfrutando el sol o persiguiendo al príncipe
Guillermo, de Inglaterra, que hoy está de visita en Berlín. Para levantar el
ánimo vamos a la Gendarmenmarkt, que es la plaza más linda de Berlín. Aquí
estuvieron las caballerizas de Federico Guillermo I, nos dice Carmen. Hoy hay
un elegante teatro donde en éste momento están haciendo un ensayo de orquesta
para un espectáculo al aire libre. Se escucha la banda sonora de “Cinema
Paradiso”. Nos atrapa, nos transporta, nos eleva, y mientras escuchamos la
música nuestra vista recorre las dos catedrales que lo flanquean, al norte la
alemana y la sur la francesa, preciosas, monumentales, con su estilo neoclásico.
De allí nos vamos hasta el Reichstag o Bundestag, que es el parlamento
alemán. El edificio antiguo fue terminado en 1894 para albergar al parlamento
del Segundo Reich. Es extraordinariamente bello e imponente en su combinación
de estilos neoclásico, renacentista y barroco, con su inscripción en lo alto
“Al pueblo alemán”. En el año 1933 sufrió un incendio que los nazis aprovecharon
para atribuírselo a sus enemigos políticos y sacarlos de escena. En 1990 se
celebró en sus muros la primera sesión parlamentaria de la Alemania unificada.
Entonces se inicia la remodelación y el arquitecto británico Norman Foster
diseña una cúpula de cristal sobre doce columnas, con cono invertido revestido
de espejos que iluminan con luz natural a la sala de los parlamentarios. Adem{as,
nos dice Carmen, al ser transparente permite a los turistas que suben a la
cúpula ver la actividad de los legisladores y es un símbolo de transparencia. (Pienso
que nos vendría muy bien en nuestro país).
6.-Check Point Charlie y despedida
Ahora bajamos en una esquina donde estaba el “Check Point Charlie”, un
punto del muro que era el único paso entre el sector americano y el sector
oriental. Lo recuerdan un cartel y un museo que muestra la historia del muro. Hoy
no es más que el cruce de dos calles pero hay aquí, en la vereda, un puesto de
guardia con dos “soldados” con banderas norteamericanas donde es de rigor
tomarse una foto transponiéndolo. Nos cuenta Carmen que era el paso de los
diplomáticos, militares y extranjeros de un punto a otro. Por aquí saltó la
valla y se escapó a occidente un guardia oriental, Conrad Schumann, en un
descuido de sus superiores dando lugar a una foto que dio vuelta al mundo. En
octubre de 1961 casi comienza en este punto la tercera guerra mundial cuando,
por restricciones de paso a militares aliados, hubo una grave discusión y
tanques soviéticos y estadounidenses se enfrentaron, cargados con munición pesada,
separados por unos metros. Si bien los berlineses querían dar pelea, la cosa no
pasó a mayores por la cordura de rusos y americanos. Agrega que 5000 personas
consiguieron escapar pero más de 100 perdieron la vida queriendo pasar el muro.
Finaliza contando que el 26 de junio de 1963 el presidente Kennedy visitó el
muro y pronunció un histórico discurso donde, después de exaltar la libertad y
la lucha de Berlín Occidental, dijo que si hacía dos mil años era un orgullo
poder decir “soy ciudadano romano” hoy en el mundo de la libertad uno puede
decir con orgullo “soy un berlinés” (“ich bin ein Berliner”). Nos emociona mucho.
Ahora el bus emprende viaje hacia la estación de tren para el regreso.
Vamos pasando por la nueva Estación Central de trenes, totalmente vidriada,
donde por su eje pasan sobre nivel las líneas este-oeste, como la Paris-Moscú,
y bajo nivel las norte-sur. Pasamos luego por dos grandes áreas modernas
separadas por una avenida, son el área Mercedes Benz y el área Sony. Carmen nos
cuenta que la ciudad tiene ahora 3 millones de habitantes cuando en el año 1930
tenía muchos más. Que está permanentemente recibiendo refugiados porque por su
historia no puede negarse a hacerlo. Que Merkel es hija de un pastor
protestante y, por ende, sensible a los temas humanitarios. A lo lejos se divisa
la enorme torre de la televisión construida durante el período comunista. El
sol refleja en su circunferencia una cruz desde cualquier punto que se mire.
Nos cuenta Carmen que los comunistas estaban muy fastidiados por ello y que en
chiste se decía que era un castigo del Papa. En el momento de la despedida
Carmen nos habla de Federico II, el Grande, que era un rey liberal, aficionado
a las artes y a las ciencias, filósofo y amigo de Voltaire, y de su famosa
frase sobre Berlín, una ciudad a la que se había abierto al mundo y embellecido:
“Aquí cada uno ha de ser feliz a su manera”. La escuchamos con mucha atención y
nos despedimos de Carmen con dos besos y agradecimiento. Ahora estamos en el
tren de regreso al Báltico y pensamos: debe haber pocas ciudades como Berlín
donde la historia haya dejado heridas tan profundas en los edificios y en las
personas. Por eso, “la manera de ser feliz en Berlín” debería consistir en evitar
repetir los males y divisiones del pasado y en construir un futuro donde haya
lugar y posibilidades para todos. Mi visita a Berlín fue muy breve, pero me dejó
la profunda sensación de que están en ese camino.
Excelente relato. Algún día volverán, recorrerán con más detenimiento sus calles y verán sus distintas fascetas de Berlín que revivió después de tanto sufrimiento. Analia
ResponderEliminarExcelente relato Eduardo! Hace 4 años tuve la oportunidad de recorrer durante varios días sus anchas calles . Un día le pregunté a un berlines porque había caído el muro. Su respuesta me dejó boquiabierto. Se debió a la proliferación de las antenas parabolicas , me dijo....
ResponderEliminarHasta entonces la población consumía solamente la televisión estatal. Con la llegada de la tecnología de comunicación satelital de los '80, la población del Este , comenzó a ver que existía "otro mundo" al cual querían ir....Una teoría interesante....