Navegando el Lago Argentino.


 

RUTA 40 SUR. 8/8.

Es nuestro último día de viaje y tenemos contratada una excursión en barco para recorrer los glaciares del Lago Argentino. Nos levantamos muy temprano porque 8.30 hs. hay que estar en Punta Bandera, que es el puerto de donde salen las naves, para hacer el check in. El barco sale a las 9 de un puerto privado “Soledad” y por eso nos da trabajo encontrarlo. Es un catamarán grande y lindo, con tres pisos, que se llama “María Turquesa”. Hay un bar que tienen café de máquina y todo tipo de bebidas y snacks. Hay baño siempre disponible y se puede fumar en la cubierta de atrás. ¿Qué más se puede pedir?

Nos informan que están embarcados unos 185 pasajeros y que más del 10 por ciento son extranjeros. Quizás haya más. Al lado nuestro hay un matrimonio de franceses, lidiando con sus tres hijos pequeños. En los pasillos charlo con tres jóvenes españoles, de Murcia, que estudian en Buenos Aires, en la UBA, y en Córdoba.

En seguida nos informan del itinerario y podemos descargar un mapa del lago y del recorrido, que termina a las 17 hs. Nos cuentan que el lago tiene forma de calamar, con una larga cabeza, que es la que llega hasta Calafate, y tentáculos que son los canales norte y sur.


Empezamos el recorrido yendo para el norte y después de un rato pasamos por la Boca del Diablo, que es lugar más angosto del lago. Salimos a la cubierta y es muy lindo.

Enseguida vemos que el barco va bordeando una pared muy alta donde hay cóndores y nos hacen tratar de encontrar algún nido. 


El agua es verde turquesa, hay viento y pequeñas olitas. De golpe vemos un gran témpano flotando cerca de la nave. Nos sorprende, pero va a ser el primero de muchos, de todo tipo de formas y tamaños. Algunos son bien azules.

Luego llegamos a una bifurcación de canales y vamos a buscar al Glaciar Spegazzini. Nos informan que los árboles de las orillas son Coihues, los verdes, y Lengas, los rojizos. El barco se acerca a la orilla y nos hacen tocar un Coihue. Tiene más de 300 años. Increíble. 


El glaciar Spegazzini es muy lindo, más pequeño que el Perito Moreno, pero mucho más alto.


Todos lo filman y sacan fotos.


Mientras una de las guías de a bordo nos hace una explicación en cubierta sobre los glaciares de la zona y sus características. Muy interesante.




Ahora hay una ceremonia en la cual la tripulación pesca del lago unos bloques de hielo desprendidos de los glaciares, los reduce y se los da a los pasajeros para las fotos.


Luego se usa para enfriar las bebidas. Brindamos con vino tino y hielo de los glaciares. Muy lindo momento.


Seguimos nuestra marcha y entramos a una bahía linda y bastante cerrada. No hay viento y brilla a pleno el sol. La temperatura es agradable. Es la Bahía de las Vacas. Es hermoso el lugar porque es una ladera verde. Aquí bajamos y caminamos en fila india unos 500 metros, por un bosque quemado.


Llegamos a una pequeña cabaña. La guía nos cuenta que es muy antigua y era de pioneros que se habían instalado a principios del siglo XX y traído vacas a pastar. Ocurrió que, por disposición del Parque Nacional y al no tener títulos de propiedad, fueron limitados en su accionar, lo que los llevó a abandonar el lugar. El problema fue que quedaron las vacas, que se reprodujeron mucho y que esto afecta a la fauna silvestre, en particular a los huemules en vía de extinción. Por eso las vacas se consideran una plaga y están siendo trasladadas a las estancias de Calafate. Agrega que en la zona hay pumas que bajan de las montañas en ciertas épocas.

Volvemos por la costa al barco en un paisaje de ensueño. Luego seguimos hacia el norte para ver el Glaciar Upsala, que toma el nombre de una universidad de Suecia dedicada a investigaciones. Es el más grande de todos, pero se está retrayendo y no nos podemos acercar porque hace poco hubo desprendimientos de las montañas de los costados que ponen en peligro la navegación. Nos cuentan que las llanuras de hielo del glaciar son usadas como campo de entrenamiento por los pilotos de la fuerza aérea que deben aterrizar en los hielos de la Antártida. ¡Sorprendente!




Llega por suerte la hora del almuerzo, que está incluido en la tarifa, y consiste en un enorme sándwich de cordero, papas, zanahorias, y un postre dulce. Bebidas con o sin alcohol. Muy bueno.

Seguimos nuestro viaje por el lago hacia el sur y pasamos por una zona donde vuelven a funcionar los celulares. Todo el barco aprovecha para mandar mensajes y llamar por teléfono. Nosotros también.

Ahora pasamos por un monte donde flamea una gran bandera argentina. Nos cuentan que es la verdadera “Punta Bandera” y es el lugar a donde el Perito Moreno llegó en 1877 para marcar la soberanía argentina en la zona. Verla flamear es muy emocionante.

Por fin, ya divisamos en el horizonte del lago la cortina blanca y radiante de los hielos frontales del glaciar Perito Moreno. Nos cuentan que no es el más grande ni el más alto de los glaciales, pero sí el más accesible para el turismo y el único que presenta el fenómeno del rompimiento espectacular cada equis años. Además, permanentemente se ven desprendimientos de trozos de hielo que, al caer en el lago, hacen un ruido muy fuerte, como si fuera una explosión. Otras naves de turistas, de diversos tamaños, recorren la zona esquivando témpanos con forma de barco.

A medida de que nos acercamos vemos dos grandes cuevas, que no se vinculan al rompimiento, pero que van generando desprendimientos. También muchos hielos desprendidos y otros flotando como icebergs. Es todo blanco y celeste. La vista no se cansa de mirar y recorrerlo.

Hay ahora una charla que da la guía en la proa del barco, a donde estamos la mayoría de los pasajeros, escuchando y sacando fotos.  Luego el barco se aleja para volver a acercarse al glaciar.

Al momento de irnos los organizadores ponen en el altoparlante la canción de la bandera “Aurora”, mientras contemplamos por última vez el Glaciar. Es un momento muy emocionante y muchos tienen lágrimas en los ojos. Se siente una epifanía.

Toda la zona, y en particular el Glaciar Perito Moreno, tienen tanta grandeza, inmensidad, y eternidad que conmueve. Se siente una presencia espiritual. De Dios, del Universo, o de algo más grande que todos nosotros. Es una experiencia muy fuerte. Además transmite una energía y una fe en la vida que nos hace mucho bien. La proximidad del glaciar produce un encantamiento.


Luego de una hora de navegación volvemos al puerto de partida. Vamos al hotel y descansamos un rato.

Más tarde, vamos al centro a hacer algunas compras. Nos detenemos en "Guerrero", una casa de chocolates artesanales muy recomendada. Son muy ricos y la larga espera valió la pena.


Caminando por el centro de Calafate encontramos un Bar de Hielo. Dicky insiste en entrar y vamos.

Asistimos a una experiencia muy particular. Primero nos proveen de ponchos, guantes y grampas para el calzado. Luego entramos a una gran sala compartimentada y blanca como un iglú,  donde hay 11 grados bajo cero. Allí adentro nos sirven primero un trago largo y luego un licor en shot. La gente se saca fotos frente a la barra y en una escenografía muy graciosa y gélida que incluye la presencia de un yeti, un trineo, una cuerda para colgarse, etc. Por suerte dura solo veinte minutos y uno puede irse cuando quieran. Dos fotógrafos sacan fotos a los divertidos participantes. Nosotros salimos congelados. Fue nuestro último glaciar.

Con esa extraña experiencia gélida y luego de una muy buena pizza en “La Lechuza”, damos por terminado nuestro viaje de ocho días desde Bariloche a Calafate, que en el mapa es un recorrido lineal de 1.421 kms. pero que a nosotros nos insumió 3.428 kms. arriba del auto, con el afán de conocer más.

Ahora estamos agradecidos. Nos sentimos bendecidos…y ya planeando el próximo viaje.

¡Hasta la próxima!



 P.D. Podés encontrar los otros relatos del mismo viaje, otros viajes, cuentos, reflexiones y crónicas en este mismo blog


 

 

Comentarios

  1. Héctor Vázquez Ponce9 de mayo de 2022, 2:13

    Un viaje para contactar el Alma Que cada Ser Humano Es

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  2. gracias !para reconocerse la parte del universo que llevamos y somos !!

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  3. Eduardo qué bien lo resumirse. Ese viaje lo hice en Familia y es maravilloso.!! Y dos cosas me emocionaron. Una , los chicos de Murcia ( mis abuelos paternos, eran de Murcia ) y la segunda caminar por el glaciar. MARAVILLOSO

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  4. Eduardo muy bueno el regalo que nos hiciste con esta experiencia tan bien narrada

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  5. Ismael, te agradezco el regalo de esta narración de una experiencia alucinante

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