Budapest, la ciudad del Danubio (3/5).





LA FRONTERA.

-Este es un viaje al otro lado de la "cortina de hierro", nos dice Tomás, nuestro guía.

Hace un par de horas que salimos de Viena hacia el este y ya estamos en la frontera. No hay alambre ni separación sino solo una cabina de peaje. Hungría pertenece a la Unión Europea y al espacio "Shengen" y no hay control de pasaportes. Lo que no tiene es el Euro por lo que aquí se utiliza el "Florín húngaro", nos cuenta Tomás.

Al pasar por el peaje nos hace mirar a la derecha un lugar donde nos dice que las autoridades de Austria y de Hungría cortaron el alambre de púas de la frontera en agosto de 1989, unos meses antes de la caída del muro de Berlín. Ya estaba en pleno proceso la "Perestroika" y Gorbachov gobernando en Rusia. Había pasado más de cuarenta años de un régimen comunista,controlado por la Unión Soviética, la que había aplastado el levantamiento húngaro del año 1956.  

LA LLEGADA.

Unas horas después llegamos a Budapest, la capital de Hungría. En rigor, nos dice Tomas, son dos ciudades divididas por el Danubio. Una es Buda, que está del lado derecho, al oeste del río que aquí corre de norte a sur. En ella está el Castillo y la parte mas antigua. La otra es Pest, del lado izquierdo y al este del río, donde están el Parlamento y la parte mas moderna, animada y comercial. Hoy las dos ciudades son una sola.


En un momento el micro se estaciona frente al río y la vista es insuperable. Aquí el Danubio muestra toda su grandeza y su belleza entre dos orillas llenas de hermosos palacios, monumentos, hoteles y restaurantes. El puente principal, "de las cadenas", está en obras así que tenemos que dar una larga vuelta para cruzar a Pest. Hay una serie de hermosos puentes: el del emperador Francisco Jose, el de Sissi, el de la Libertad, etc. Nos cuenta Tomás que los puentes fueron destruídos en la segunda guerra mundial y se reconstruyeron manteniendo el estilo, salvo el puente de Sissi que se hizo moderno.

Ahora estamos caminando por la costanera del Danubio con un guia local. Un joven que se llama Peter y es húngaro. Pasamos por el "monumento de los zapatos", junto al río, y nos dice Peter que recuerda la matanza de judíos en la época de los nazis. Los traían hasta aquí, los obligaban a descalzarse y con los cordones los ataban de a dos. Fusilaban a uno y el otro caía vivo y moría por frío o ahogado. El comandante nazi era Adolf Eichmann, quien fue atrapado por los israelíes en Buenos Aires y juzgado y ejecutado en Israel (¡un horror!)

Seguimos y llegamos al Parlamento. Es un enorme edificio neogótico, el segundo en tamaño del mundo, y se parece al parlamento inglés pero tiene detalles renacentistas. Fue construído después del "compromiso austrohúngaro" de 1867, el que dió nacimiento al imperio Austro-Húngaro y supuso dar a los húngaros los mismos derechos que a los austríacos para sancionar sus leyes, dejando al emperador solamente el ejército y las relaciones exteriores.


Entramos al Parlamento y luego lo bordeamos por el otro lado. La vista sigue siendo muy hermosa entre jardines.


Encaramos para la ciudad y nos cuenta Peter que, por su edificación y costos, es utilizada como set de cine, filmándose escenas de Argentina (Evita), de Rusia (Duro de Matar) y de Berlin Oriental (Juego de espías).

Vemos un obelisco, en la plaza de la Libertad y nos cuenta el guía que al caer la Unión Soviética se decidió retirar todos los monumentos de la época del comunismo y dejar uno solo como testimonio. Fué este. Justo al lado está la embajada norteamericana.

Pasamos por una fuente "sensible", donde al entrar se cortan los chorros de agua por un momento y podés permanecer un rato disfrutando de la frescura. Sofía y Vicky entran y juegan un rato con los chorros que se prenden y apagan. Lucía les saca fotos.

En la misma plaza hay un monumento muy raro en el que aparece un águila atacando a un ángel. Recuerda a la opresión nazi sobre Hungría. Sin embargo, nos llaman la atención carteles de protesta y Peter nos explica que para muchos Hungría no fue una víctima sino un colaborador del Tercer Reich, por eso los reclamos contra el monumento.

Ahora llegamos a la Catedral de San Esteban, de estilo neoclásico. 

-Tiene el mismo nombre pero es otro santo, nos dice Peter.

Aclara que el San Esteban de Viena es un mártir cristiano de Jerusalen. En cambió, aquí, el San Esteban es el primer rey de Hungía, que en el año 896 se convirtió al catolicismo y cristianizó a todo el país. Agrega que los Magiares eran una tribu de Asia que habían llegado desde Odessa, en el Mar Negro. Aquí se conserva como reliquia la mano del santo.

-Aquí nada puede tener más de 96 metros, agrega ahora Peter.

Lo que pasa, nos dice, que el 96 es un número mágico que procede de la fundación de Hungría, en el año 896, y determina que la Catedral y el Parlamento tengan esa altura, que no puede ser superada.

Nos cuenta que durante la guerra la ciudad quedó destruída en un 70 por ciento ya que los nazis se pusieron en Buda y los soviéticos en Pest y hubo fuego cruzado.

Dice que el idioma húngaro es muy difícil y que la única que lo aprendió sin estar obligada a ello fue Sissi, por su amor la país. Que, además, los viejos todavía hablan ruso y los jóvenes hablan ingles.

Subimos nuevamente al micro y hacemos una recorrida panorámica de la ciudad: la Ópera, que es de 1904, la plaza octogonal, el Museo del Terror, sobre la ocupación nazi. Ahora tomamos la avenida de los embajadores y llegamos a la plaza de los héroes, donde hay gigantescas estatuas de los primeros magiares que llegaron aquí y de San Esteban.

-Nos alegra el corazón cuando desaparecen los testimonios de la guerra, nos dice el guía mientras observa las obras de reconstrucción de edificios destruídos por los bombardeos.

Nos cuenta que la ciudad se está transformando rápidamente y que los viejos edificios de la época soviética, con malos materiales y muy feos, están siendo tirados a bajo para construirse nuevos. También hay edificios que habían quedado deteriorados por los bombardeos que se están reciclando. Hay muchos litigios por las privatizaciones ya que una misma casa o terreno puede haber sido expropiada a los judíos, luego vendida, luego expropiada por el comunismo y luego vendida, dando lugar a diversos reclamos.

-Quiero borrar todas las huellas del comunismo, nos dice que es la frase de Orbán, el presidente de Hungría.

Vamos a almorzar por la peatonal y en el restaurante, al aire libre, están viendo carreras de autos en una pantalla gigante. Nos cuenta el mozo, que habla español, que falta poco para que se corra la carrera de Fórmula Uno en Budapest y que los húngaros son muy aficionados al automovilismo.

Seguimos caminando y vemos la famosa casa "Gerbeaud", donde se hacen los postres mas ricos de Budapest. Aquí la emperatriz Sissi, que también se había coronado como reina de Hungría, compró sus dulces preferidos antes de su viaje a Ginebra, donde fue asesinada por la espalda por un anarquista italiano.

-Parece que comprar aquí trae mala suerte, dice Sofi.

-Por las dudas compremos dulces en otro lado, dice Vicky.

Al final nos quedamos sin los dulces mas ricos de Budapest.


Descansamos un rato en el hotel
A la noche nos pasan a buscar para cenar en una típica "Czarda". Es en el restaurante "Vadaspark" que era una antigua posada. Ahí, nos reciben con un "chupito" de damasco, que tiene alcohol,y comemos verduras y carnes al modo húngaro. Al mismo tiempo asistimos a un espectáculo de música y danza cíngara con mucho color, ritmo y alegría.
Primero se luce un violinista con su conjunto.


Luego hay un número de danzas con acrobacias de botellas conforme con las tradiciones.

Hay un momento donde los artistas sacan a bailar al público. Uno de ellos saca a Lucía, la que se luce en danza húngara. Una revelación.

Terminada la cena, vamos al puerto y tomamos un barco para un paseo nocturno por el Danubio


La vista a la noche del Danubio es insuperable. El edificio que más se destaca es el Parlamento iluminado. Sobre su techo vemos volar murciélagos que relucen en una danza mágica.

También impresionan las vistas de la Iglesia de Matías en la otra orilla y del Castillo de Praga.


Al día siguiente no tenemos excursiones planeadas y salimos a caminar por la ciudad.

Frente al hotel, junto al río, vemos una hermosa estatua de un pintor famoso: Roscovics Ignác.


Nos internamos en la ciudad y pasamos por una plaza donde hay un árbol desde hace mucho dedicado a Michel Jackson como expresión y anhelo de libertad.

Luego recorremos un lindo trayecto, por hermosos edificios barrocos, buscando el mercado.


Al final lo encontramos y visitamos. Hay una enorme cantidad de especias y se destacan los pimientos de toda clase y tamaño.

Después del mercado vamos a almorzar a un restaurante con mesas en la vereda. Muy lindo.


Ahora salimos con rumbo a la Gran Sinagoga de Budapest. 

Llegamos y nos impresiona su exterior morisco. Entramos para una visita guiada. Dentro del templo, en los bancos, hay grupos de turistas agrupados por su idioma, cada uno con un guía. El nuestro nos cuenta que la sinagoga tiene capacidad para tres mil personas. Destaca que es una de las mas grandes y originales del mundo. Tiene elementos islámicos en su exterior arábigo y elementos cristianos en su interior: no es cuadrada sino que tiene alas, hay púlpitos y hasta un órgano musical, todos elementos de las iglesias cristianas. Nos cuenta que los judíos gozaban de los mismos derechos y que se fueron asimilando a los cristianos, incluso con casamientos mixtos. Luego hubo en Hungría 600.000 judíos asesinados por los nazis. Un horror!!


Junto a la sinagoga hay otra cosa única: tumbas de judíos muertos, cuando normalmente se entierran en otros lugares para no mezclar la vida con la muerte. Nos cuenta que fue una situación de excepción ya que fueron encontrados muertos en el gheto al momento de terminar los combates de la segunda guerra mundial y no había posibilidad de llevarlos a otro lugar.

Agrega que la sinagoga fue destruída en la guerra y luego reconstruída con donaciones de los nietos de las víctimas, entre ellos el famoso actor norteamericano Tony Curtis.

Ahora vemos junto al cementerio un árbol artificial donde cada hoja metálica tiene el nombre de un fallecido.


Salimos a caminar por el antiguo barrio judío y a pocas cuadras encontramos uno de los famosos "bares en ruinas". Son antiguas viviendas abandonadas y deterioradas que, sin arreglarlas, se reciclan con fines turísticos. 

Entramos y vemos una mezcla de decadencia edilicia y energía juvenil en un marco de música, tragos, transgresión y posmodernidad. Muy interesante. Probamos unos tragos sin alcohol.





Queremos ir a caminar por Buda, del otro lado del Danubio, y nos tomamos un Metro. Hay un cartel qu indica que la ciudad fue la segunda en tener un subte y que fue inaugurado por Francisco José y Sissi. Es bastante profundo el túnel. Detrás nuestro dos turistas cierran los ojos y se agarran fuerte al pasamanos. Sofi y Vicky se ríen y sacan fotos. 

Ahora llegamos y nos ponemos a caminar por la costanera viendo un par de iglesias. Luego tomamos una calle que sube, muy empinada, incluso con partes que son escalera.





Por fín llegamos a la ciudadela de la Iglesia de Matías, a la que entramos pasando unos túneles antiguos flanqueados por soldados de piedra.



Es un lugar blanco, lleno de luz y aire puro, con estatuas, monumentos y edificaciones medievales y renacentistas. 



Nos asomamos a los balcones.

-Esta es la mejor vista, dice Vicky

-Si, ya publiqué un reel en Instagram, contesta Sofi.

Es verdad, el lugar tiene la mejor vista de Budapest y del Danubio, frente al Parlamento.



Nos quedamos un rato embelesados por el paisaje y sintiéndonos fuera del tiempo y del espacio.

Se nos hizo tarde para ir caminando hasta el Castillo de Buda, que ya está cerrado,  por lo que desandamos el camino, volvemos a Pest y contemplamos el Castillo desde el otro lado. Es hermosa su figura también al atardecer.

Caminamos un rato por la costanera del Danubio, que a esta hora se pone muy animada.

La temperatura es agradable y hay gente en los bares y cafeterías frente al río. En algunos lugares hay música en vivo.



Ya se vino la noche. Nos quedamos a cenar en el restaurante del hotel, en un lado que da sobre el río. Contemplamos el Danubio, los barcos iluminados que van pasando y el edificio encendido del Castillo de Buda que tenemos enfrente. Es un momento único. Con esta visión tan hermosa nos despedimos hasta mañana, que vamos a salir muy temprano hacia Praga, en República Checa.

Hemos visto al Danubio gris y canalizado en Viena y también lo vimos azul, corriendo en un verde valle entre bajas montañas, en "Dürnstein". Pero aquí, en Budapest, la energía y la belleza del río son las que confieren encanto y personalidad a esta ciudad. La ciudad de Danubio.






Comentarios

  1. Me gustó mucho la forma de comentar la visita de ustedes a Budapest.
    Estuvimos allí en el 2019 y pudimos conocer y disfrutar tan bellos paisajes y maravillosos lugares.
    Muchas gracias y que sigan viajando y compartiendo.

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