Paseando por Bogotá

 


"Aquí se habla el español mejor que en España", nos dice Esperanza. La verdad es que tiene mucha razón. Estamos en nuestro segundo día en Colombia y Esperanza hoy será nuestra guía, para hacer un city tour. Es una mujer colombiana baja, de edad madura, con barbijo, voz suave y grandes conocimientos. Durante la excursión todo el mundo la conocía y apreciaba.

Nos cuenta que la ciudad de Bogotá esta sobre una gran sabana, junto a la cordillera oriental y se sigue extendiendo hacia el oeste.

Agrega que aquí el modo de ubicarse es muy simple: las “calles” corren de este a oeste, naciendo la numeración en la montaña (al este). Las “carreras” son las arterias que corren de sur a norte, naciendo la numeración en el sur. Ello con independencia de su ancho (la nomenclatura no nos resultó tan fácil como dijo y confundimos todo el tiempo "calles" con "carreras").

Nos cuenta que en la sabana vivían los indios Muiscas. En el año 1537 llegó el conquistador, Gonzalo Jiménez de Quesada, que venía remontando el río Magdalena desde la costa del mar Caribe buscando la mítica ciudad de “El Dorado”. 

El encuentro con los indios fue similar al que se produjo en otras latitudes. Primero el conquistador pactó con los aborígenes, luego los enjuició y finalmente eliminó al Zipá, que era el jefe indígena. En 1538 fundó una ciudad en un lugar mirando hacia la sabana y con su espalda en la montaña como protección.

En ese lugar ya había un pequeño poblado indígena llamado “Bacatá” que es el origen del nombre de "Santa Fe de Bogotá”, ciudad que luego fue anexada al Reino de la Nueva Granada.

Nuestro transporte avanza por la circunvalación hacia el norte entre hermosas laderas y árboles.

1.-SUBIDA A MONSERRAT

Luego de un rato de recorrido, porque el tránsito es lento, llegamos a un lugar muy concurrido que es el pie del cerro de Monserrat, uno de los mejores paseos de la ciudad.

Hay que subir de los 2.600 mts. de Bogotá a los 3.100 mts. de altura del cerro, lo que se puede hacer caminando, por funicular o por teleférico. Arriba hay un santuario. Muchos peregrinos y promesantes lo hacen caminando. Nosotros tomamos el funicular en una estación muy colorida. 

El viaje de subida es muy lindo porque subimos rápidamente la montaña sobre una hermosa vegetación. En el vagón hay turistas de muchos países y también muchos colombianos de paseo. En un momento el vagón pasa por un túnel y es muy emocionante.

Arriba, hay un sendero que conduce al santuario, hay dos restaurantes y varias edificaciones. Hay mucha vegetación, árboles y flores.

Todavía están los adornos y luces de navidad por lo que el recorrido es hermoso.


Dentro del santuario hay dos íconos religiosos. Por un lado la virgen negra de Monserrat. Por otro lado, está la estatua de Jesús yacente, luego de una de sus caídas al ser vencido por el peso de la cruz. Es estremecedora.

En una sala contigua hay placas puestas por los peregrinos alusivas a las promesas o gracias recibidas.

Lo más lindo son los balcones naturales que permiten contemplar desde arriba la ciudad y apreciar su enorme extensión hacia el este.


El día está nublado pero por momentos se despeja y las vistas son increíbles.

A la vuelta caminamos por un lindo via crucis con flores y estatuas, mientras se escucha música sacra. Te invito a ver el video.



El descenso del funicular también es muy lindo y en un momento, al salir de un túnel, se ve toda la ciudad desde arriba.


2.-EL MUSEO DEL ORO.

Posteriormente vamos para el centro al siguiente objetivo, el Museo del Oro del Banco de la República.

Es el más importante museo del oro del mundo donde hay una colección de piezas ornamentales aborígenes, en especial de los indios Muiscas.

Esperanza nos guía por un interesante recorrido que sigue a la historia de la llegada de los primeros seres humanos a Colombia, desde el sur, y da cuenta de la geografía.

Nos cuenta que lo exhibido en oro son piezas robadas de las tumbas indígenas y recuperadas por el Banco de la República de Colombia a partir de 1930. El Banco las compraba sin preguntar origen para evitar que fueran fundidas en el mercado negro.

El oro tenía valor religioso, cuanto más oro el sol te mandaba más energía. Hay máscaras y figuras de animales: el jaguar era el más temido y el símbolo de la autoridad y el murciélago representaba el mundo de las sombras.

Los Muiscas eran indios pacíficos dedicados a la caza y a la agricultura, que conocían la música, pero que hacían sacrificios humanos bajo la dirección de un chamán que oficiaba de médico, brujo y sacerdote. Las ofrendas tenían por objeto mantener el equilibrio del cosmos. También momificaban a sus muertos.

Aquí Esperanza nos relata la "leyenda del dorado", esa mítica ciudad toda de oro que los españoles buscaron denodadamente por toda América.

En rigor, el mito se origina muy cerca de Bogotá, en la laguna de Guatavita, en donde los Muiscas practicaban un rito de coronación del nuevo Zipá que consistía en cubrirlo de oro y conducirlo en una balsa por el agua, tocando música, para luego arrojar objetos de oro al lago como ofrendas. Hay una estatuilla, la más valiosa de la colección, que da cuenta de dicha ceremonia.

Agrega que algunas tribus deformaban sus cráneos como símbolo de autoridad y que hoy sobreviven en Colombia un millón de indígenas puros.

Al final del recorrido hay un salón cerrado donde se apagan las luces y proyectan imágenes y sonidos de los originarios en una hermosa inmersión en el mundo del oro ritual.

La salida del museo es muy colorida y llena de turistas.

 

3.-PLAZA BOLÍVAR Y BARRIO CANDELARIA.

Desde el museo salimos caminando hacia el centro de la ciudad donde está la Plaza Bolívar.

En la misma conviven edificios públicos de los tres poderes del Estado. Se destaca el edificio del Poder Judicial, que es nuevo porque el anterior quedó destruido en el año 1985 cuando los guerrilleros del M-19, pagados por Escobar, tomaron la Corte Suprema buscando evitar la extradición a USA de los jefes narcos en un episodio que conmovió al mundo.

También sobresalen la casa de la independencia y la Catedral.

En la plaza vemos paseantes, oficinistas, turistas, palomas y también jóvenes skaters. ¡Es un gran encuentro de antigüedad, modernidad y posmodernidad!

Allí mismo está el Barrio de la Candelaria, que se extiende hacia la montaña y es el más antiguo de la Ciudad, con hermosas casonas y residencias con sus rejas y balcones coloniales.

Aquí vivían los virreyes del Virreinato de la Nueva Granada. En una casa hay un balcón con una placa que indica que por el que escapó Bolívar de un atentado.

Muchas paredes presentan pinturas callejeras y hay pintorescos vendedores ambulantes.

Es muy lindo y se siente el pasado caminando sus calles.

Detrás de la catedral hay una serie de negocios dedicados a las esmeraldas, la piedra preciosa verde típica de Colombia y la segunda mas dura del mundo luego del diamante.

Entramos a uno de los locales y nos dieron toda una clase sobre la piedra y los cuatro atributos que determinan su valor. Muy interesante.



4.-LA “CATEDRAL DE SAL”

En seguida subimos a la combi y salimos de Bogotá hacia un pueblo que está muy cerca llamado Zipaquirá, o ciudad del cacique.

Paramos a almorzar en una parrilla típica de la zona llamada, "Sal y Gallina", donde hay un enorme asador y todo tipo de cortes de carne y comidas típicas. El parrillero calza el típico sombrero colombiano a rayas de colores, que es el símbolo nacional.

Después del almuerzo nos vamos para el gran atractivo de este pueblo: la Catedral de Sal.

Está en un parque conmemorativo de los mineros y rodeado de muchos adornos navideños que todavía se mantienen.

Es un lugar único en el mundo donde dentro de lo que era una enorme mina de sal se construyó una catedral a 180 mts de profundidad. 

La entrada y los pasillos son espaciosos. 

En ningún momento producen claustrofobia ya que consta de amplios túneles, con techos altos y ventilación natural.

Hay una caminata que comienza recorriendo las estaciones de un “vía crucis” en medio de la penumbra, con música de fondo y juegos de luces.

Luego hay una amplia galería con cuadros y estatuas religiosas.


Finalmente, se llega a una enorme catedral con altar, bancos, coro y una estatua del Papa Francisco. En un momento de proyecta un video de imágenes y sonidos. Del otro lado hay una escultura que imita a la creación del techo de la Capilla Sixtina.




Todo está tallado en piedra salina.

La catedral todavía no está consagrada por la Iglesia pero a veces se dan misas. Hay también, en las profundidades, un pequeño shopping para cafe y recuerdos.

Al salir ya es de noche y los adornos navideños lucen a todo su esplendor.



Hermosa despedida de una ciudad que tiene más cosas lindas de las que parece.












 

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