Asuán, donde “nace” el Nilo




Siguiendo nuestro viaje en familia por Egipto llegamos a la ciudad de Asuán, que en su momento fue el límite sur del antiguo imperio y donde se pensaba que nacía el Nilo. La necesidad de controlar, o al menos de predecir las crecientes de las aguas es la que hizo construir en la antigúedad un “nilómetro” en la isla Elefantina, para medir su nivel cada 6 de agosto. En las épocas modernas fue necesario que se hiciera una primera represa en 1902 por los ingleses y, ante su insuficiencia, que se construyera con ayuda soviética, a partir de 1956, la represa actual, la que permitió la formación del lago Nasser, uno de los lagos artificiales más grandes del mundo.
Los más importantes monumentos egipcios de Asuán están en la Isla de Filé y son los templos de Isis y de Horus, esposa e hijo de Osiris respectivamente. Mientras las visitamos, nos cuenta el guía de la excursión, Osama, que son construcciones del período helénico Ptolomeico, y que luego de la conquista romana, los templos se siguieron remodelando hasta concluir en el siglo III DC, por lo que presentan construcciones romanas accesorias como el templo de Augusto y el kiosko de Trajano.
Al terminar la visita, Osama nos cuenta otra verdad: la isla de Filé fue, en forma inesperada, quedando bajo el agua a consecuencia de la construcción de la represa, a pesar de estar río abajo y, en forma similar a lo que pasó con Abu Simbel, hubo que trasladar los monumentos.
Ahora vamos con el bus hasta una cantera de granito donde se encuentra el famoso “obelisco inacabado”, una construcción de 42 metros todavía adherida a la roca y que habría sido abandonada por presentar una rajadura. Nos impresionan el gran tamaño, superior a todos los obeliscos conocidos, y la técnica, poner maderas en las fisuras, echarles agua y hacer que la madera al expandirse rompa el granito.
Después de almorzar en el Hotel Helan, con vista al río, hacemos uno de los paseos más típicos: recorrer el Nilo en un barco a vela o “Faluca” y poder apreciar desde el agua los distintos perfiles de la ciudad. El recorrido es divertido. Primero la “faluca” se va contra la orilla. Luego, ya en medio del río, aparecen niños en canoa cantando y pidiendo monedas. En algún momento casi chocamos con otra embarcación, desde la que nos saludan muy sonrientes. En un momento vemos el histórico hotel “Old Cataract”, donde se alojaba la nobleza europea y donde Agatha Christie escribió su famosa novela “Muerte en el Nilo”. Nos emociona.
Más tarde vamos a visitar una población de Nubios por el Nilo, en lancha, pero en la última parte del recorrida bajamos y montamos en camellos de una joroba. Es nuestra primera experiencia en la materia. Es fácil subir, porque el camello se arrodilla, pero en el momento en que se incorpora, como así cuando se sienta para descender, se sufre un cimbronazo para el que hay que estar preparado. El paseo en sí es muy bello caminando sobre los médanos por la orilla del Nilo al atardecer. En el pueblo Nubio nos recibe Juan en su casa, que es amigo de Osama. Nos cuenta de sus tradiciones, comidas y religión. De su profunda vinculación con la naturaleza y de su buena relación con los cocodrilos, que tienen como mascotas cuando son pequeños. Nos muestra, como un grave problema personal, a dos cocodrilos grandes que tiene en un tanque y con los que no sabe qué hacer. Vicky, mi hija menor, se impresiona.
Damos una recorrida por el poblado, muy colorido y con negocios que venden de todo. Lucía, mi esposa, regatea a gusto y compra lindas túnicas que Sofía luce con encanto. En cada momento pasan por la calle personas en camello o en moto. Es noche de reyes. Todo está iluminado con luces de colores. Los adultos fuman la pipa de agua en la puerta de sus casas, los jóvenes atienden los negocios y tratan de vendernos cosas, y los niños corren, juegan y se divierten todo el tiempo. Nos da la imagen de un mundo pobre pero feliz.Ya está oscuro y nos llega la noticia de que nuestro crucero no puede llegar hasta Asuán, porque el río está muy bajo, y que iremos en bus hasta Kom Ombo a tomarlo, son unos 40 kilómetros apenas. Allá vamos, pero esa será otra aventura.

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