Las pirámides de Giza
Estamos en nuestro último día en Egipto y vamos
ahora a ver las famosas pirámides de Giza, muy cerca del Cairo pero hacia el
Oeste.
Las pirámides se atribuyen a tres generaciones de
faraones de la IV Dinastía, Keops, Kefrén y Micerinos, padre, hijo y nieto. Nos
dice Osama que no son las únicas ya que hay 107 pirámides contadas en Egipto.
El historiador griego Heródoto, cuenta en el siglo V A.C., cómo fueron
construidas las pirámides dos mil años antes de esa fecha, pero los datos que da no cierran
considerando los instrumentos entonces disponibles y el tiempo que debió ser empleado para hacerlo. Son 2,3
millones de bloques que pesan entre dos y cinco toneladas y no se sabe cómo se
movieron y colocaron con una precisión absoluta
Vemos que cada pirámide apunta a los cuatro puntos
cardinales y que los rayos de sol siempre iluminan dos caras y dejan dos en
tinieblas, sin situaciones intermedias. También evidencia grandes conocimientos
de astronomía la relación geométrica entre las tres pirámides que refleja perfectamente la que existe entre las
estrellas de la constelación de Orión, que en esa época estaba justo encima de
Egipto, con sus dos estrellas blancas y una roja, tal como son las cubiertas de
las tres pirámides.
Vemos la pirámide de Keops, con sus actuales 137
metros es la mayor del mundo. Perdió nueve metros de su punta y todo su
revestimiento. Ahora entramos a ellas por un pasadizo construido por los
exploradores que conecta con el túnel original de los constructores. El
recorrido empieza con un primer pasillo horizontal donde se puede caminar un
poco agachado. Luego uno asciende por una rampa de 1,2 mts. de altura. Luego
hay un descanso. Después otra rampa ascendente. Al final se llega a la cámara
donde hay un sarcófago vació, cuyo tamaño indica que fue puesto antes de la
construcción ya que no cabe por los huecos. Hace calor y la subida rápida agota
un poco, pero el trayecto te atrapa. El camino dentro de la pirámide, hacia
arriba, es como un viaje hacia el pasado, sus misterios, el origen de las
civilizaciones. Hay quienes dicen que las pirámides ya estaban cuando llegaron
los egipcios y se basan en que ningún jeroglífico habla de su construcción, la
que algunos atribuyen a una civilización anterior desaparecida y otros a una
intervención extraterrestre. Nos quedamos un rato junto al sarcófago sin
descubrir elementos egipcios en su interior. Cerramos los ojos. Una enorme
energía domina el lugar y el misterio sigue vigente.
Al salir hacemos una visita a las entrañas de la
pirámide de Micerino, más pequeña ya que solo tiene 66 metros, y en la cual
los túneles van hacia abajo. Terminan en una cámara sin sarcófago pero que
también es conmovedora.
Hay alrededor algunas pirámides pequeñas destinadas
a la esposa y a la hija del faraón.
La pirámide de Kefrén, apenas más baja que la de
Keops, todavía tiene un borde superior que indica su revestimiento. La misma se
complementa con el respectivo templo funerario, del que quedan importantes
ruinas y, sobre todo, la “esfinge”: una gran roca tallada con forma de león y
con la cabeza del emperador. Desde el templo hasta la pirámide hay una rampa
para el paso de la momia hacia su destino final. La visión de la esfinge, con
las pirámides por detrás, en el atardecer, es conmovedora. Mientras volvemos al
hotel, en nuestro último día en Egipto, pensamos en los grandes misterios de la
humanidad, el pasado y el futuro. En Egipto es claro que existe una llave para
su conocimiento que todavía no ha sido totalmente utilizada. Nos interesa el tema y nos sentimos pequeños frente a su dimensión pero, sobre todo, estamos felices de haber vivido
la magia del Antiguo Egipto.
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