El “Cañon Bryce”, en el país de los Mormones.









Salimos temprano del hotel en un largo viaje, de más de cinco horas, hasta el “Bryce Canyon National Park”, que está ubicado en el sudeste del Estado de Utah, pasando por las ciudades de Kayenta, Page y Kanab.
Es nuestro tercer día de viaje y los tres estamos entusiasmados. El camino es tan lindo como cambiante. Primero vamos viendo al costado de la ruta las últimas formaciones rocosas del “Monument Valley”.
Luego pasamos por una zona montañosa pero árida. Posteriormente entramos en una parte boscosa y muy húmeda.
Hacemos una parada en “Page”, para reservar hotel para la noche y comer unos sándwiches. Un cartel dice que fue fundada en 1957, o sea que es más joven que nosotros.¡Caramba!.
También nos llaman la atención, en la ruta, la cantidad de templos, uno al lado del otro, y en el bar, unas jovencitas con ropa antigua y polleras largas. “Son mormones” nos dice el mozo, que es navajo.




¡Qué interesante combinación de culturas!
Más tarde volvemos a encontrarnos con el desierto para, finalmente, ver de nuevo una cadena de montañas entre pinos. Pasamos luego por un hueco en la montaña, es el Red Canyon.




Finalmente, llegamos a nuestro destino, el “Bryce Canyon National Park”.
Vamos al Centro de Visitantes y nos dan un folleto en español. Es curioso que, salvo ese folleto, no haya ningún otro libro, de los muchos que informan sobre la historia, la geología y la belleza del Parque, que esté escrito ni en español ni en idioma distinto al  inglés.



Leemos el folleto y nos enteramos que, a pesar de su nombre, el cañón Bryce no es propiamente un cañón sino un gran anfiteatro natural formado por la erosión, que se ubica a una altura promedio de 2.400 mts. Este parque se destaca por sus estructuras geológicas únicas, llamadas “chimeneas de hadas” (hoodoos) que se formaron hace cincuenta millones de años, por la erosión causada por el viento, el agua y el hielo. El juego de colores de las rocas, rojo, naranja y blanco recrean vistas espectaculares.
El parque comprende un recorrido de 29 kms., con la posibilidad de disfrutar de 14 miradores para contemplar el paisaje y de caminar por 8 senderos descendentes perfectamente delimitados, todo en un marco montañoso y arbolado. 
En el Parque hay más de 16 km de pistas de esquí  y el aire de la zona es tan puro que en los días claros se puede ver a más de 100 kms. y por las noches se pueden observar más de 7500 estrellas a simple vista.

Con tan buenas noticias empezamos a visitar el parque en nuestra propia camioneta. Hacemos una primera parada en el “Bryce Point”.
Hay un mirador avanzado en el vacío desde que se divisa una especie de “anfiteatro” donde los imaginarios espectadores ubicados en las gradas son esas “chimeneas de hadas”, unas formaciones rocosas verticales que, de lejos, parecen estatuas de personas.
Quedamos un largo rato en silencio atrapados por la magnificencia del paisaje.




Luego empiezo con mis habituales interrogatorios a mis acompañantes.
-¿Qué te imaginás cuando ves este anfiteatro?
-Un “aquelarre” con brujitas, dice Dicky.
-Un jeroglífico humano, dice Carlos.
-Una catedral al estilo de Gaudí, nos dicen Joel y Judith, una pareja treintañera de Barcelona con los que recién conversamos un rato.
Entusiasmado, sigo el juego.
-¿Qué mensaje darías a este auditorio si te pudiera escuchar el mundo entero?
-Que busquemos la paz, dice Dicky.
-Que nos comportemos como ciudadanos globales, dice Carlos.
-Que venzamos los prejuicios y nos miremos con inocencia, dice Judith.
-Que disfrutemos la vida pero con conciencia y responsabilidad, dice Joel.
Es notable como el lugar puede hacernos reflexionar.


Terminado el juego visitamos otros puntos de interés, como el “Sunset point” y el “Sunrise point”. Nos llama la atención la cantidad de personas mayores, seguramente jubilados, que recorren este parque, lo que no pasaba en el anterior, quizás por su diverso grado de dificultad.
También que no hay turismo latino (salvo nosotros) y que hay unas cuantas personas con discapacidades, muchas en sillas de ruedas, que participan en las excursiones demostrando un espíritu de lucha y una sed de vivir que nos conmueve.

Después de un largo rato de paradas y contemplaciones nos vamos a tomar una cerveza, que es sin alcohol, como todo aquí, en tierra navaja y mormona, al “General Store” del Parque..
En el bar conversamos con el mozo, que dice llamarse John Smith. Es un hombre mayor que hace veinte años trabaja en este lugar. Se pone a contarnos la historia del parque que, dice, es muy interesante. Lo escuchamos.
Nos cuenta que hubo asentamientos humanos en la zona desde hace 10 mil años. Los últimos, antes de los blancos, fueron los indios “Paiute”. Ellos fueron los que crearon la mitología sobre las "chimeneas de hadas" que decían que era “gente legendaria” a la que el dios coyote había convertido en rocas por sus malas acciones. Estas historias las contaban a los niños en las largas noches de invierno.
Luego pasaron los españoles en la expedición de Dominguez y Escalante, que en 1776 buscaba una ruta a las misiones de la costa de California, pero por su carácter desértico no le interesó la zona.
Los primeros estadounidenses en instalarse definitivamente en esta región de Utah fueron los mormones, quienes llegaron a la zona buscando donde cultivar y criar ganado dado que eran perseguidos.
Lo interrumpimos y preguntamos ¿Quiénes son los mormones?
John nos responde que ellos pertenecen a la "Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días", creada en 1830 cerca de Nueva York por Joseph Smitt. Smith, quien afirmaba que Dios y Jesucristo lo habían contactado para decirle que desaprobara y considerara como falsos todos los credos de las iglesias existentes hasta entonces, lo que quedó escrito en el Libro de Mormón, según el cual Jesucristo habría visitado en persona América después de su resurrección. Debido a la gran persecución religiosa que sufrían, los mormones comenzaron a trasladarse de una región a otra buscando libertad y tolerancia religiosa, hasta que llegaron al Gran Lago Salado, en Utah, donde se instalaron. De acuerdo con su doctrina, los miembros de la Iglesia deben privarse completamente del consumo de alcohol, café, té y tabaco, así como del uso y tráfico de drogas ilícitas.​ Desde los comienzos Joseph Smith permitió la poligamia, ​práctica que más tarde fue abandonada formalmente, por presión de las autoridades norteamericanas, pero que sigue ejerciéndose por algunos seguidores.




Volviendo a la historia del Parque, nos dice que en 1850 los mormones enviaron al inmigrante escocés Ebenezer Bryce y a su mujer Mary, a colonizar el área que hoy ocupa el cañón, quien construyó su cabaña, una carretera y un canal de riego. Sin embargo, por sequías, crecidas e inundaciones, los Bryce y su gente debieron abandonar el lugar que, no obstante, conservó su nombre hasta el presente y fue convertido en Parque Nacional.
El viaje de vuelta es también muy bonito, donde celebramos ver muchos autos antiguos circulando orgullosos por la carretera y lamentamos observar varios cuerpos de pequeños ciervos atropellados.




La oscuridad nos encuentra a mitad del camino. Luego de tres horas cruzamos el puente de la represa sobre el río Colorado y  llegamos a nuestro destino final de hoy, Page, que está muy cerca del lago Powell, un lago artificial que dio mucha vida a la zona y tiene una profundidad de más de 100 mts.
Es un pueblo lindo y moderno, con todo el color local del Sudoeste norteamericano. Vamos a cenar a un típico restaurante de Barbacoa, el Big John”s, donde está tocando una banda de música country, la carne está muy buena y las mesas compartidas permiten socializar. ¡Un final colorido para un día de muchos colores!



En Page (“página”) tuvimos la oportunidad de escribir una página de nuestra vida…y fue muy buena. Estamos muy agradecidos.


3/7.En este mismo blog podrás leer otros capítulos del mismo viaje, relatos de otros viajes, cuentos y crónicas. http://eduardofavierdubois.blogspot.com/



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